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¿Qué son el LCA y el LCC?
El LCA (Análisis del Ciclo de Vida, por sus siglas en inglés) y el LCC (Costo del Ciclo de Vida) son herramientas esenciales en la evaluación de sostenibilidad. El LCA analiza el impacto ambiental de un producto, proceso o sistema a lo largo de toda su vida útil, desde la extracción de materias primas hasta su disposición final, pasando por las fases de fabricación, uso y transporte. Esto permite identificar puntos críticos donde se pueden reducir emisiones, residuos y otros impactos ambientales.
Por otro lado, el LCC se centra en los costos asociados al ciclo de vida completo de un producto o sistema, incluyendo costos iniciales, operativos, de mantenimiento y de eliminación o reciclaje. Juntas, estas herramientas proporcionan una visión integral que permite a las empresas tomar decisiones más informadas, no solo desde un punto de vista económico, sino también ambiental.
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¿Por qué suponen herramientas estratégicas para las empresas?
En un contexto donde la sostenibilidad es cada vez más demandada por regulaciones y consumidores, el LCA y el LCC ofrecen a las empresas ventajas competitivas clave. Por un lado, el LCA permite identificar áreas de mejora para minimizar el impacto ambiental, lo que no solo ayuda a cumplir con normativas ambientales más estrictas, sino también a mejorar la reputación de la empresa frente a clientes e inversores.
El LCC, por su parte, permite optimizar los costos a largo plazo, identificando estrategias para reducir gastos operativos y de mantenimiento, así como mejorar la eficiencia de los procesos. Además, estas herramientas permiten anticiparse a tendencias regulatorias, como las directivas europeas sobre economía circular, garantizando que los productos sean competitivos en un mercado cada vez más exigente.
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¿Qué otras tendencias se observan en términos de sostenibilidad en el sector de la energía y, específicamente, en el campo del almacenamiento de energía?
En el sector energético y particularmente en el campo del almacenamiento de energía, estamos viendo un gran impulso hacia la economía circular y el diseño sostenible. Esto incluye iniciativas para aumentar la reciclabilidad de las baterías, reducir la dependencia de materias primas críticas como el cobalto, y fomentar el uso de materiales más sostenibles y accesibles.
Otra tendencia es el desarrollo de sistemas de almacenamiento con un menor impacto ambiental, tanto en la producción como en su desmantelamiento. Además, hay un fuerte énfasis en la reutilización de baterías, donde se extiende su vida útil en aplicaciones secundarias, como sistemas estacionarios para energías renovables.
Por último, la digitalización está jugando un papel importante, con el uso de datos y modelos para mejorar la eficiencia de las cadenas de suministro y optimizar el diseño de los sistemas de almacenamiento desde su concepción.