Para garantizar que los sistemas de almacenamiento de energía y en especial las baterías, no solo cumplirán con los estándares establecidos por la UE para los próximos años en materia ambiental, sino que contribuirán a alcanzar la neutralidad climática en Europa en el año 2050, es necesario integrar herramientas como el Análisis de Ciclo de Vida (ACV), en los procesos de diseño y producción.

El ACV es una metodología que permite identificar, evaluar y cuantificar de forma iterativa, los impactos ambientales de un producto o proceso a lo largo de su ciclo de vida. Es decir, desde la obtención de materias primas para su fabricación, hasta su fin de vida, incluyendo el transporte, fabricación del producto y distribución del mismo.

El análisis de cada una de las etapas, permite identificar, por un lado, los recursos utilizados en el proceso de fabricación del producto, como por ejemplo, agua, energía, recursos renovables y no renovables; y por otro, los impactos ambientales generados en cada una de ellas. Este análisis, favorece la obtención de un conocimiento exhaustivo del comportamiento ambiental del producto o proceso analizado. La Huella de Carbono (HC) o la Huella Hídrica (HH), son algunos de los resultados que pueden obtenerse a partir de un Análisis de Ciclo de Vida.

Un ACV consta de cuatro etapas, según lo definido en la norma UNE-EN ISO 14040:2006. Definición del objetivo y alcance; Análisis de Inventario del Ciclo de Vida; Evaluación del Impacto del Ciclo de Vida; e Interpretación del Ciclo de Vida.

Estas etapas tienen como objetivo establecer el marco de desarrollo del estudio, definir la calidad de los datos utilizados, hacer una recopilación de los mismos y, finalmente, evaluar y cuantificar los impactos ambientales generados. Cabe destacar que para obtener resultados fiables, extrapolables y comparables, es necesario que la información utilizada en el análisis sea lo más completa y fiable posible.

En esta línea, la Plataforma Europea de Baterías en su Strategic Research Agenda for batteries 2020, establece que las herramientas y metodologías del Análisis de Ciclo de Vida ambiental y social (ACV y S-ACV) que permiten cuantificar el rendimiento de la sostenibilidad de las baterías deben seguir desarrollándose desde una perspectiva holística, estableciendo acciones de I+D que permitan desarrollar fuentes de datos fiables que garantizen transparencia y permitan comparar resultados entre diferentes tipos de baterías, así como en otros sistemas de almacenamiento energético.

Para conseguirlo, algunas de las líneas estratégicas definidas por la Strategic Research Agenda for batteries 2020 a corto plazo (2020 – 2025) son: el desarrollo de etiquetas ecológicas de baterías como requisito de sostenibilidad; el uso del ACV en etapas iniciales de diseño y la ejecución de ACV para baterías de nueva generación, entre otras.

Por tanto, cabe deducir que el mayor potencial del ACV, es su aplicación como una herramienta de toma de decisión, implantada desde la concepción o proceso de diseño de un producto, ya que permite identificar aquellos puntos críticos que desde el punto de vista ambiental deben ser modificados, mejorados o reemplazados, incluso antes de su fabricación. Es más, trabajar sobre diferentes escenarios dentro del proceso de diseño, permite reducir costes y garantiza el cumplimiento de los estándares ambientales.

Los resultados del ACV contribuyen, por tanto, a identificar oportunidades de mejora, a aportar información relevante en la planificación estratégica de productos o procesos, a establecer prioridades en el diseño y/o rediseño y a la selección de indicadores de desempeño ambiental, lo que se traduce en ventajas competitivas a nivel industrial y empresarial.

El ACV como herramienta clave en el desarrollo sostenible

El Análisis de Ciclo de Vida se ha convertido en uno de los pilares fundamentales del desarrollo sostenible, consolidándose a través de las diferentes políticas establecidas por la Unión Europea en materia ambiental.

En el año 2003, la Comisión Europea lo identificó como el "mejor marco para evaluar los impactos ambientales potenciales de los productos" y en la actualidad, fomenta su uso como una evaluación ambiental integrada, esencial en el proceso de formulación de políticas de la UE y la consecución de los objetivos de, por ejemplo, el Pacto Verde Europeo.

El Pacto Verde Europeo incluye, dentro de sus objetivos, impulsar soluciones de almacenamiento energético que permitan alcanzar el objetivo de neutralizar las emisiones de CO2 en el año 2050.Por ello, la UE, durante los últimos años, ha propuesto requisitos obligatorios para que todas las baterías comercializadas en el mercado europeo, se rijan por parámetros como: el uso de materiales de origen responsable con un empleo restringido de sustancias peligrosas; un contenido mínimo de materia prima proveniente de materiales reciclados; cálculo de la Huella de Carbono, rendimiento, durabilidad y etiquetado; y el cumplimiento de los objetivos de recogida y reciclado.

Esto se traduce en la exigencia de producir baterías con menor impacto ambiental, duraderas y seguras, que al final de su vida útil puedan reutilizarse o reciclarse, de forma que los materiales valiosos se reincorporen a la economía.

Teniendo en cuenta la importancia del ACV como herramienta fundamental en el diseño y fabricación de sistemas de almacenamiento energético, en CIC energiGUNE apostamos por el ACV como uno de los pilares esenciales de nuestro desarrollo tecnológico, con el fin de garantizar el cumplimiento de los estándares de sostenibilidad en cada uno de nuestros desarrollos.

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