El hidrógeno es un gas; es un vector energético con distintos usos -actuales y potenciales-, entre los que se encuentra el almacenamiento de energía, la transformación de la misma y transporte. Además, el hidrógeno se utiliza para producir fertilizantes, así como en los procesos de refinerías.

A pesar de que en el pasado el hidrógeno sufrió distintos vaivenes en su investigación, en este escenario de transición energética, este vector cobra un papel protagonista y ha venido para quedarse.

De hecho, el hidrógeno será clave como sistema de almacenamiento para acompañar el despliegue masivo de las energías renovables, permitiendo además un desfase entre producción y consumo.

Como indica el informe de la IEA-Agencia Internacional de la Energía The Future of Hydrogen,“en el pasado hubo comienzos en falso, pero esta vez podría ser diferente; el hidrógeno es versátil y puede ayudar a abordar distintos retos en el campo de la energía".

The Future of Hydrogen - IEA-International Energy Agency

Sin embargo, existen muchos retos asociados a este vector. Producir hidrógeno de baja huella de carbono es costoso, el despliegue de la infraestructura asociada es lento, la mayoría del hidrógeno producido hoy en día viene del carbón y el reformado del gas natural, y las regulaciones actuales limitan el desarrollo de una industria del hidrógeno limpio.

En esta línea, la IEA lanza algunas recomendaciones entre las que están el acelerar y expandir su uso a través de proyectos de demostración.

En 2019, China ya anunció el programa de las Diez Ciudades, empezando por Wuhan, que se convertirá en la primera Ciudad China del Hidrógeno, con hasta 100 fabricantes de automóviles de pilas de combustible y empresas relacionadas, y hasta a 300 estaciones de servicio previstas para el 2025.

Del mismo modo, Japón ha lanzado su hoja de ruta de la estrategia del hidrógeno, incluyendo objetivos de despliegue y coste. De hecho, un consorcio de empresas japonesas planea  construir 80 estaciones de servicio de hidrógeno para 2021.

Por su parte, EEUU, de la mano del DOE, tiene una estrategia similar a la de China para California con un despliegue de estaciones de servicio y vehículo de celdas de combustible. Corea, también, ha publicado una estrategia similar para su país.

La carrera europea del hidrógeno también ha empezado, y las distintas regiones y países buscan su diferenciación.

En 2018, 28 países europeos firmaron la Declaración de Linz “Iniciativa del Hidrógeno” que promueve la cooperación en la tecnología del hidrógeno sostenible, junto con alrededor de 100 empresas, organizaciones e instituciones.

Es más, la Comisión Europea, de la mano del FHC, ha hecho su “Hydrogen Roadmap Europe” donde se destacan aplicaciones en las que el hidrógeno será un facilitador para la transición energética de Europa: en la integración de renovables, en la distribución de energía, como sistema de almacenamiento, en la descarbonización del transporte, en la descarbonización de los sistemas de calefacción de edificios, y en el uso del calor en industria, así como fuente de materia prima renovable.

En la misma línea, algunos países europeos están desplegando sus estrategias nacionales del hidrógeno y hojas de ruta (Portugal, Austria, Italia, Bégica, Francia, Alemania, Países Bajos, etc).

En ellas, se aspira, por ejemplo, a liderar la tecnología de producción de hidrógeno verde, es decir, aquel que se produce mediante electrólisis utilizando energías renovables; se pone especial interés también en el hidrógeno azul, aquel que se obtiene mediante el reformado de hidrocarburos y con captura de CO2; se apuesta por el transporte terrestre pesado y por la integración de renovables; y se declara que el hidrógeno será clave como sistema de almacenamiento.

Italia aspira a posicionarse como un HUB del hidrógeno. Y en la actual convocatoria del Green Deal del Horizon 2020 se pueden adivinar las áreas en las que Alemania y Países Bajos tendrían presencia destacada. De hecho, a finales de 2018 Alemania aprobó la segunda fase del Programa Nacional de Innovación en Tecnologías del Hidrógeno y las Pilas de Combustible para otros diez años con 1.400 millones de euros de financiación, incluyendo subsidios para estaciones de servicio de hidrógeno, vehículos con pilas de combustible y compras de micro-cogeneración, financiación que será complementada con dos mil millones de euros de inversión privada.

No deben olvidarse tampoco las IPCEI- Important Projects of Common European Interest ligadas al hidrógeno.

Estas acciones deben cubrir algún aspecto industrial de la cadena de valor del hidrógeno y solicitan la colaboración entre empresas y países. Su objetivo es desarrollar productos y servicios para una oferta industrial competitiva con el despliegue de los usos del hidrógeno y/o la infraestructura asociada.

El alcance debe abordar desde las etapas posteriores a la línea piloto, incluida la etapa experimental o de prueba, pero no la producción en masa. Se trata de proyectos con un importante carácter innovador y de gran envergadura donde los beneficios no deben limitarse a las empresas o al sector directamente interesado. Es decir, estos proyectos deben tener impacto en otros sectores y mercados.

En España, el Ministerio para la Transición Ecológica en el marco del Plan Nacional Integrado de Energía y Clima 2021-2030 (PNIEC) ha lanzado a consulta la “Hoja de Ruta del Hidrógeno Renovable” e identifica a este vector como clave para alcanzar la neutralidad climática.

A nivel del País Vasco, el Departamento de Desarrollo Económico del Gobierno Vasco a través del Ente Vasco de la energía, está desarrollando la estrategia en esta materia.

Por su parte, Iberdrola ha lanzado un ambicioso proyecto en Puertollano para la producción de 400t/año de H2 verde. Iberdrola considera un escenario mixto con electromovilidad basada en baterías y el hidrógeno como alternativa para transporte pesado y de larga distancia.

En CIC energiGUNE, dentro de nuestro compromiso con la sostenibilidad, trabajamos en el campo del hidrógeno.

En el centro investigamos sobre la producción de hidrógeno por vía termoquímica a partir de agua y calor. El objetivo final es producir hidrógeno con alto rendimiento y costes admisibles.

Para la generación de dichas reacciones se busca el uso de residuos industriales abundantes, lo que contribuye a la circularidad de la economía. Además, la investigación se enfoca en reacciones a bajas temperaturas de trabajo, que derivarían en una gran diversidad de fuentes de calor utilizables. Esto abre la puerta a la conversión del calor residual de numerosas industrias en un combustible limpio de gran valor energético.

Recientemente, la Agencia Internacional de la Energía hizo un análisis de las lecciones aprendidas de la crisis del 2008 y el paralelismo con la crisis del COVID-19. En dicho análisis la IEA argumentaba que los países y compañías que salieron reforzadas en la crisis del 2008 fueron aquellas que apostaron por las renovables.

Estableciendo ese paralelismo, la IEA recomienda el hidrógeno y el almacenamiento de energía para salir reforzados de la crisis del COVID-19. Y no hay duda de que serán palancas para la salida de la crisis y para la transición energética.

Autora: Nuria Gisbert, Directora General de CIC energiGUNE; Miembro del grupo de expertos del parlamento del Pacto Vasco de la energía y miembro del Comité Científico Asesor del Consejo Vasco de Ciencia, Tecnología e Innovación del País Vasco.

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