La industria es uno de los sectores de mayor consumo energético y también es uno de los menos eficientes, especialmente en lo relativo al uso de la energía en forma de calor. Este hecho se vuelve especialmente crítico en la situación de crisis energética actual, donde se espera un invierno en el que el alza de los precios de la energía puedan provocar situaciones de grave incertidumbre.
En este escenario, el aumento de las fuentes de energía renovables, del almacenamiento y de la eficiencia energética en la industria constituye uno de los principales retos que ha identificado la Comisión Europea para hacer frente a la crisis.
La punta del iceberg
Julio 2021. El mundo despertaba de un largo periodo de baja actividad debido a la COVID-19 y el súbito incremento en la demanda energética, junto con la baja producción renovable y la política incremental en los costes al carbón, originó un tsunami que hizo temblar los cimientos económicos de nuestra sociedad.
Los precios de la energía experimentaron un incremento significativo. Sin embargo, solo era la punta del iceberg, porquea todos estos factores se sumó la invasión de Ucrania en febrero de 2022, con consecuencias desastrosas para los precios de la energía. Mientras que el precio del gas natural para un consumidor medio industrial en 2021 subió desde 23.9 €/MWh, hasta 41.6 €/MWh (+74%), en agosto de 2022 alcanzó un récord histórico situándose en 316 €/MWh (+1222%).
Como consecuencia, muchas industrias han tenido que replantearse su estructura de costes y modelo de negocio, dado que el coste energético ha ganado un peso significativo. Este incremento ha sido tan rápido e inesperado, que algunas de las industrias intensivas en energéa han tenido que parar su producción o regularla, como anunciaron recientemente Sidenor, ArcelorMittal y Nervacero.
Sería injusto decir que el sector industrial no ha realizado esfuerzos por mejorar la eficiencia energética y reducir su dependencia de los combustibles fósiles. De hecho, a la eficiencia energética se le ha catalogado como el primer combustible hacia la descarbonización.
El parámetro que se utiliza para medir la eficiencia energética a nivel macro es la intensidad energética, que relaciona el consumo energético con el PIB. Los últimos datos disponibles para poder evaluar la variación en la intensidad energética se corresponden con el periodo 2000-2017. En este periodo, y debido principalmente a las diversas crisis que se han afrontado, hay que tener en cuenta que el consumo energético en la industria europea cayó alrededor de un 15%. Sin embargo, la intensidad energética se redujo todavía más, situándose en un 27%, observándose un descenso generalizado en todos los sectores industriales.