Debido a su naturaleza y los grandes objetivos que busca acometer, la apuesta por la transición energética y sus tecnologías siempre está ligada y medida en términos de sostenibilidad y reducción del impacto medioambiental. Sin embargo, en muchas ocasiones se dejan en un segundo plano otros grandes efectos positivos que se espera que este nuevo modelo energético genere en todos aquellos países y regiones que trabajen decididamente por su implementación y desarrollo en el futuro.

El primero de ellos es, obviamente, el impacto económico. A fin de cuentas, se espera que las industrias y actividades asociadas a la transición energética vayan ganando protagonismo en los próximos años, lo que supondrá que cada vez representen un mayor peso del PIB de aquellos países y regiones que apuesten por ellas.

Sobre todo, a corto y medio plazo, este impacto en el producto interior bruto estará basado en las fuertes inversiones que se estima que serán realizadas de cara a lograr acelerar el despliegue de las actividades y tecnologías clave para la transición energética. Según la Agencia Internacional de Energías Renovables (IRENA), hasta el año 2050 será necesaria una inversión de casi 130 billones de euros en todo el mundo para lograr las metas medioambientales fijadas. A nivel estatal, el volumen de inversión para cumplir con los objetivos del Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC por sus siglas) alcancen los 241.412 millones de € hasta el año 2030.

En este sentido, Euskadi también esta apostando fuerte por el desarrollo de estas inversiones dentro de su hoja de ruta hacia la sostenibilidad (conocida como “Basque Green Deal”). Por ejemplo, el Plan de Transición Energética y Cambio Climático 2021 – 2024 aprobado por el Gobierno Vasco el pasado mes de octubre prevé destinar más de 300 millones de euros en los próximos meses al impulso de diferentes actuaciones. Esta cantidad es únicamente una parte de los 1.300 millones de euros de inversión que las instituciones públicas vascas han activado en los últimos meses a través de modelos de colaboración público – privada con las grandes empresas del territorio para acelerar la descarbonización de Euskadi.

Inversión media anual total prevista para la transición energética. Gráfico elaborado por CIC energiGUNE a partir de la información provista por IRENA.

Gracias a estos volúmenes de inversión, se espera la generación de una demanda y producción adicional en otros sectores económicos (como la construcción o industrias manufactureras) que permitirán ya no sólo recuperar el dinero empleado, sino también aumentar a largo plazo el retorno obtenido por cada euro destinado. Así lo atestiguan estudios que han tratado de estimar este potencial de impacto y retorno, como el informe “Adapt Now” publicado en el año 2020, que fijó en hasta 10 euros de retorno cada euro invertido en medidas por la transición energética y contra el cambio climático.


UN TEJIDO INDUSTRIAL MÁS CUALIFICADO Y AVANZADO

Más allá del impacto económico per se, esta apuesta por nuevos modelos también se espera que genere un efecto incentivador de cara a la evolución de la industria más cercana donde se lleve a cabo su desarrollo. Ya no sólo por la propia transición energética que vivirá dicha industria y sus agentes, sino también debido al impulso que se espera que genere en elementos clave como la cualificación de la mano de obra o de los propios procesos productivos.

Empezando por el impacto en términos de empleo, según el último informe detallado al respecto de la Organización Internacional del Trabajo (publicado en 2018); la transición energética podrá generar más de 24 millones de empleos en todo el mundo para el año 2030. En cifras similares se mueve, de nuevo, IRENA en su última estimación realizada en el año 2021, situando esta cifra en torno a los 25 millones.

Pero más allá de estos volúmenes, la naturaleza técnica de las actividades asociadas a la transición energética hará que la mano de obra asociada a ellas precise de una alta cualificación, lo que incidirá en la formación de los profesionales que la compongan, así como en la atracción y transformación de talento de la industria local y regional.

Como ya detallábamos de forma más específica en nuestro análisis sobre los empleos en el sector de las baterías, se espera que todas las industrias vinculadas a la transición energética exijan un alto grado de especialización en conocimientos y habilidades vinculadas a tecnología, procesos, operativa, digitalización, I+D, impacto medioambiental...

Habilidades requeridas para la industria de las baterías: Procesos, operativa y digitalización, gestión, impacto social y medioambiental, tecnologías & I+D, e integración y aplicaciones.

En definitiva, una mezcla de conocimientos que convertirán a estos perfiles en profesionales más dinámicos y polivalentes, de lo que podrá beneficiarse ya no solo la industria directamente asociada a la transición energética y su desarrollo; sino que también, el tejido local y regional que verá una mayor cualificación de la oferta de empleo disponible.

Entre otras cosas, esta mayor capacitación se deberá a otro de los grandes impactos que se espera que la transición energética pueda acarrear para su entorno. En concreto, hablamos de la digitalización y evolución tecnológica que se estima que pueda acelerar el desarrollo de aquellos sectores vinculados a la transición energética, los cuales se prevé que puedan ser una de las puntas de lanza en la implementación de nuevos modelos basados en la llamada “Industria 4.0”.

No en vano, el desarrollo de nuevas tecnologías y vectores energéticos como las ya mencionadas baterías, el hidrógeno, las soluciones térmicas… están desde sus primeros pasos beneficiándose del uso de soluciones de analítica, robótica, inteligencia artificial o el Internet de las Cosas. Todas ellas, plataformas y herramientas que suponen un “salto cualitativo” respecto al modo de hacer las cosas hasta ahora. De ahí que el despliegue de los sectores vinculados a la transición energética suponga, por sí mismo, contribuir al empuje y expansión de estos nuevos enfoques al tejido industrial donde se desarrollen.


OTROS EFECTOS EN EL DÍA A DÍA DE LOS CIUDADANOS

Hasta ahora, hemos enumerado los impactos económico – industriales esperados gracias a la transición energética. Sin embargo, el valor estratégico de esta apuesta va más allá de estos beneficios, lo que refuerza su posicionamiento dentro de las hojas de ruta de los diferentes países y regiones.

Uno de sus impactos más claros está en la propia salud de la humanidad. Según la Organización Mundial de la Salud, de seguir como hasta ahora, el calentamiento global causará más de 250.000 muertes al año entre 2030 y 2050, debido a efectos como la subida de las temperaturas, los climas extremos o la existencia de contaminantes en la atmósfera y en vectores infecciosos (como alimentos o agua). De ahí la importancia crítica de frenar este calentamiento a través de enfoques como el de la transición energética, que busca sino evitar, sí reducir al máximo este calentamiento y sus posibles efectos.

Igualmente, otros de los beneficios esperados están asociado a variables sociales y demográficas. Por ejemplo, el impulso de la eficiencia energética en hogares se espera que ayude especialmente a aquellos con menor renta, gracias al ahorro que puede suponer en términos proporcionales en electricidad y calefacción. En este sentido, estudios como el incluido en el ya referido PNIEC (a partir de datos del Basque Centre for Climate Change) confirman este potencial beneficio.

Además, hay que tener en cuenta que la matriz energética prevista con esta transición de modelo exigirá el desarrollo de infraestructuras y proyectos en diferentes ubicaciones que en muchos casos están alejadas de grandes núcleos urbanos. Esta situación supone una oportunidad para dar respuesta al reto demográfico al que se enfrentan muchos Estados y regiones, al desarrollar nuevas fuentes de actividad e ingresos en zonas con un mayor índice de despoblación.

Estos son solo algunos de los grandes beneficios que se espera que pueda acarrear consigo la transición energética en el futuro. De ahí que su protagonismo vaya más allá de la tan deseada sostenibilidad y reducción de la huella medioambiental, situándose como un hito indispensable a alcanzar por todos aquellos gobiernos y agentes que quieren seguir liderando el mundo del mañana. Por ello también, la “competencia” que en muchos casos está comenzando a producirse entre países o empresas dentro de esta carrera a través de grandes anuncios y planes de inversión.

Si quieres saber más sobre cómo desde CIC energiGUNE buscamos contribuir a esta transición, te invitamos a bucear en nuestra web, donde podrás encontrar detalle de nuestra actividad, así como formas de colaborar con nosotros en lograr nuestro objetivo: conseguir que la sostenibilidad sea una realidad. Con ello, contribuiremos también al resto de beneficios esperados para un mejor futuro.

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