El año 2025 ha consolidado un escenario especialmente estimulante para el almacenamiento térmico y las tecnologías asociadas a la conversión energética.

Lo que durante años se consideró un complemento dentro del conjunto de soluciones de flexibilidad ha evolucionado hacia un ámbito mucho más estratégico, diverso y decisivo para la descarbonización industrial, la gestión renovable y la planificación energética a largo plazo. Las dinámicas observadas este año reflejan un sector que avanza simultáneamente en múltiples direcciones: nuevos materiales y configuraciones, integración con renovables, redes térmicas de nueva generación, hibridación con otros vectores energéticos, recuperación avanzada de calor residual y avances notables en conversión termoeléctrica.

Estas tendencias no son hechos aislados, sino señales claras de la madurez que está alcanzando el almacenamiento térmico y de los pilares que guiarán su competitividad en los próximos años, tanto en la industria como en sistemas energéticos urbanos y regionales.

  1. El auge del almacenamiento térmico de media y alta temperatura como complemento a la electrificación

El almacenamiento térmico está dejando de ser percibido como una tecnología secundaria frente al almacenamiento electroquímico. Sectores industriales que requieren temperaturas superiores a 300–400 °C —procesos metalúrgicos, cerámicos, químicos, cementeros— están adoptando sistemas térmicos como vía directa para sustituir combustibles fósiles y descarbonizar operaciones difíciles de electrificar.

  1. Consolidación de materiales avanzados: hormigones reforzados, ladrillos cerámicos, rocas densas, sales y metales fundidos

La investigación en materiales para almacenamiento sensible y latente ha avanzado sustancialmente, con nuevos compuestos que permiten ciclos más estables, mayor durabilidad y costes inferiores a los del litio-ión. Este avance es especialmente importante para aplicaciones estacionarias e industriales de larga duración.

  1. Crecimiento de las tecnologías termo-eléctricas para convertir calor en electricidad

Sistemas como los motores Stirling, los ciclos Brayton inversos, los termoeléctricos mejorados y las células termo-foto-voltaicas están resurgiendo gracias a mejoras en rendimiento y estabilidad. Esta tendencia está permitiendo que el calor almacenado se revalorice más allá de su uso térmico directo, aportando flexibilidad al sistema eléctrico.

  1. Integración del almacenamiento térmico con renovables para convertir excedentes en calor estable

El acoplamiento renovable-térmico (solar fotovoltaica + resistencia; eólica + calentamiento directo; solar térmica + sales) permite absorber excedentes eléctricos, transformarlos en calor y utilizarlos posteriormente en procesos industriales, redes de calor o conversión a electricidad. Es una forma eficiente de gestionar la flexibilidad renovable sin depender exclusivamente del almacenamiento electroquímico.

  1. Retorno de la energía termosolar (CSP) con nuevas configuraciones térmicas

La termosolar de concentración está recuperando protagonismo gracias a avances que permiten operar a temperaturas más elevadas, mejorar la eficiencia de los ciclos de conversión y emplear sales fundidas y materiales cerámicos más estables y competitivos. Estos progresos refuerzan su papel como tecnología capaz de generar y almacenar calor de forma integrada.

A ello se suman nuevas configuraciones híbridas que combinan CSP con fotovoltaica y baterías, optimizando la captación solar y ofreciendo una operación más flexible. Este enfoque convierte a la termosolar en una opción especialmente atractiva en regiones de alta irradiancia, donde puede aportar un suministro más estable y gestionable.

  1. Expansión de redes de calor y frío con almacenamiento térmico descentralizado

El crecimiento de las district heating & cooling networks en Europa, Asia y Medio Oriente viene acompañado de depósitos térmicos estacionales, almacenamiento en acuíferos (ATES), pozos geotérmicos someros o tanques de agua caliente/fría de gran escala. La tendencia: integrar almacenamiento térmico en barrios enteros para reducir la dependencia fósil.

  1. Desarrollo acelerado de almacenamiento térmico para climatización y gestión de picos

Edificios y complejos industriales están incorporando con mayor frecuencia sistemas de almacenamiento térmico de baja temperatura, desde depósitos de hielo hasta materiales de cambio de fase, pasando por soluciones de agua helada o subenfriada y tecnologías termoquímicas reversibles. Estas configuraciones permiten acumular frío de forma eficiente y liberarlo cuando la demanda lo requiere.

Su adopción responde a la necesidad de desplazar consumos eléctricos, aliviar la carga en horas punta y aportar estabilidad a la red. Al suavizar picos de demanda y optimizar el uso energético, estos sistemas se han convertido en una herramienta clave para mejorar la eficiencia y la flexibilidad operativa en entornos urbanos e industriales.

  1. Hibridación térmico-electroquímico-hidrógeno para servicios energéticos multisectoriales

Se están consolidando soluciones híbridas que combinan distintos vectores y tecnologías, integrando calor almacenado con baterías electroquímicas, producción de hidrógeno y combustibles sintéticos, conversión termoeléctrica e incluso recuperación avanzada de calor residual. Esta convergencia permite aprovechar mejor los recursos energéticos disponibles y aumentar la flexibilidad operativa.

La tendencia es evidente: el sector avanza hacia sistemas complejos y complementarios, capaces de responder a múltiples demandas de forma coordinada. No existe una única solución dominante, sino configuraciones híbridas que se adaptan a distintas escalas, usos y condiciones, optimizando la eficiencia y la resiliencia del conjunto energético.

  1. Revalorización del calor residual industrial como recurso energético

Las industrias intensivas en energía están apostando cada vez más por recuperar y almacenar su propio calor residual para reutilizarlo en procesos, redes térmicas, conversión eléctrica o precalentamientos. Este enfoque responde a la necesidad de mejorar la eficiencia, avanzar en la descarbonización obligatoria y reforzar la competitividad industrial.

El calor residual deja así de ser un subproducto desaprovechado para convertirse en un nuevo “vector energético” dentro del mix, aportando valor y reduciendo consumos adicionales.

  1. Nueva generación de sistemas termoquímicos de altísima densidad

Los sistemas termoquímicos están experimentando avances notables en estabilidad, ciclabilidad y costes de materiales, lo que refuerza su atractivo como solución de alta densidad energética, muy superior al almacenamiento sensible o latente. Esta característica los posiciona como una opción especialmente adecuada para almacenamiento estacional, transporte de calor, integración renovable a gran escala u operaciones industriales con variabilidad marcada.

Su potencial y versatilidad han convertido a los TCES en uno de los ámbitos de investigación más dinámicos y prometedores de 2025, con un creciente interés por parte de la industria y la comunidad científica.

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