El tiempo es oro. Con esta afirmación, Benjamin Franklin, escritor y filósofo inglés del siglo XVI, destacaba la importancia de aprovechar y administrar el tiempo de una manera eficiente; y enfatizaba la necesidad de utilizar el tiempo de manera productiva y no desperdiciarlo. Ahora bien, el tiempo es nuestra moneda, y cada uno tiene que valorar en función de su propia situación cuánto vale su tiempo…
La carga rápida de baterías, junto con el tiempo de espera en estaciones de recarga, es uno de los principales argumentos expuestos en contra del vehículo eléctrico en comparación con el repostaje tradicional en el caso de los motores de combustión. Nos angustia de sobre manera detenernos por 30 min a descansar y recargar las baterías (nuestras y del coche) después de realizar 400 kms de una tirada, cuando en realidad en la mayoría de nuestros viajes largos consumimos bastante más de este tiempo cuando paramos, repostamos, vamos al baño, tomamos un café y seguimos adelante. Por no mencionar la cantidad de viajes largos que hacemos en comparación con nuestros desplazamientos más cotidianos donde tenemos toda la noche y/o jornada laboral para cargar nuestro vehículo a las velocidades más aconsejables y que menos afecten al funcionamiento y a la durabilidad de nuestras baterías. Sí, porque en realidad, hoy en día, podemos cargar las baterías de nuestro vehículo prácticamente a cualquier velocidad, desde unos pocos minutos (2-5) hasta horas (7-8). Entonces, ¿cómo afecta eso a las baterías? ¿qué implicaciones tiene? ¿realmente merece la pena?
Empecemos por el principio. Recordemos simplemente que la Potencia Eléctrica (P) es la multiplicación de la corriente (I) por el voltaje (V). P=IV. El voltaje de una celda viene determinado en buena medida por los materiales que utilicemos para su fabricación, por lo que a todos los efectos, lo podemos considerar prácticamente invariable. De la misma forma, el voltaje del battery pack, viene definido por su diseño y la combinación en serie/paralelo de los diferentes módulos y celdas que lo componen. Por lo que, de la misma manera, lo podemos considerar también invariable. Entonces, la única limitación es la potencia del cargador que utilicemos. A mayor potencia, menor tiempo de carga. Ahora bien, tenemos que ser conscientes, que si aumentamos la potencia y mantenemos el voltaje constante, aumenta considerablemente la corriente de carga que fluye desde el cargador al interior de nuestra batería; y precisamente ahí es donde empiezan los problemas.
En la actualidad, tenemos cargadores para todos los gustos y necesidades: desde los domésticos por debajo de los 10 kW, o en torno a 20kW en trifásico; hasta la carga ultra-rápida de 150kW que podemos encontrar en algunas estaciones (e incluso ya hasta por encima). Esto nos permite cargar desde en unos pocos minutos hasta horas. Sólo tenemos que dividir la capacidad de nuestra batería en kWh entre la potencia del cargador utilizado en kW.
Veamos un ejemplo práctico. Una batería estándar de alrededor de 80 kWh en un vehículo de gama media con un consumo de 20 kWh/100km nos permitiría recorrer alrededor de 400 km sin repostar. Supongamos que podemos elegir entre tres cargadores: 10 kW (carga normal); 100 kW (carga rápida); y 300 kW (carga ultra-rápida). Los tiempos de recarga resultantes son 8h, 48 minutos, y 16 minutos para cada uno de los casos anteriores.
Para comparar las velocidades de carga, comúnmente se utiliza un parámetro denominado C-rate. Siempre se refiere a la capacidad genérica de una batería cualquiera. Un C-rate de 1 quiere decir que cargamos la batería totalmente en 1h (independientemente de los kWh o Ah que esta sea capaz de almacenar); con un C-rate de 2 cargaríamos la batería en 30 min; y con un C-rate de 0.5 en 2h. Si cambiamos la capacidad total o nominal de la batería, los tiempos y C-rates se mantienen por definición, aunque lógicamente estamos cambiando la corriente de carga. Esto es, una batería de 10 kWh y otra de 100 kWh, a una velocidad de carga de 1C las cargamos en el mismo tiempo de 1h, lo que implica que la corriente que utilizamos en el segundo caso es 10 veces mayor que en el primero.
Para nuestro ejemplo anterior, los C-rates correspondientes a las diferentes velocidades de carga elegidos serían C/8 (0,12C); 1,25C; y 3,75C. Muy importante ahora: ¿Qué pasa a medida que incrementamos el C-rate o corriente de carga (i.e. la potencia del cargador que utilizamos)?