El debate en torno al papel de las pilas de combustible y las baterías de hidrógeno en el sector del transporte es complejo y polifacético, y en él influyen diversos factores tecnológicos, económicos y de infraestructura.

A medida que el mundo se encamina hacia fuentes de energía más sostenibles, tanto las pilas de combustible de hidrógeno como los vehículos eléctricos de batería (BEV) se perfilan como los principales contendientes para el futuro del transporte. Cada tecnología presenta sus propias ventajas y desventajas, lo que las hace adecuadas para diferentes aplicaciones y escenarios. En última instancia, es probable que en el futuro del transporte coexistan el hidrógeno y las baterías, lo que dará lugar a un panorama energético más diverso y resiliente.

Ventajas de las pilas de combustible de hidrógeno

Una de las principales ventajas de las pilas de combustible de hidrógeno es su potencial para proporcionar una mayor autonomía de conducción en comparación con la mayoría de los vehículos eléctricos de batería (BEV). Esta característica hace que el hidrógeno resulte especialmente atractivo para aplicaciones que requieren largos periodos de funcionamiento sin repostajes frecuentes, como camiones de largo recorrido, autobuses, barcos y otros vehículos pesados. La capacidad de cubrir mayores distancias con un solo repostaje sitúa al hidrógeno como firme candidato en sectores en los que la ansiedad por la autonomía y la frecuencia de repostaje son preocupaciones críticas.

Además de su mayor autonomía, las pilas de combustible de hidrógeno ofrecen la ventaja de una recarga más rápida que la de los vehículos eléctricos. Repostar un vehículo de hidrógeno suele llevar sólo unos minutos, lo mismo que llenar un depósito de gasolina convencional. Esta capacidad de repostaje rápido es especialmente ventajosa en aplicaciones comerciales en las que minimizar el tiempo de inactividad es esencial para mantener la eficiencia operativa. Para las industrias que dependen del funcionamiento continuo de los vehículos, como la logística y el transporte público, la rapidez del repostaje de hidrógeno podría ser un factor importante que impulse su adopción.

Además, las pilas de combustible y los depósitos de hidrógeno suelen ser más ligeros que las grandes baterías que necesitan los vehículos eléctricos de largo alcance. Este peso reducido puede hacer del hidrógeno una opción más práctica para determinados tipos de vehículos, sobre todo en situaciones en las que el peso del vehículo influye directamente en el rendimiento, la eficiencia del combustible y la capacidad de carga. Por ejemplo, en la industria de la aviación, donde cada kilogramo de peso es un factor crítico, las características de ligereza del hidrógeno podrían ofrecer una alternativa convincente a los pesados sistemas de baterías.

Retos de las pilas de combustible de hidrógeno

Sin embargo, a pesar de estas ventajas, las pilas de combustible de hidrógeno no están exentas de dificultades. Una de las principales limitaciones de los vehículos de hidrógeno es la eficiencia energética, ya que la conversión de energía eléctrica en movimiento en los BEV es más directa. En cambio, las pilas de combustible de hidrógeno implican un proceso de varios pasos en el que primero se produce el hidrógeno, luego se distribuye y finalmente se vuelve a convertir en electricidad para propulsar el vehículo. Cada uno de estos pasos conlleva pérdidas de energía, lo que hace que las pilas de combustible de hidrógeno sean menos eficientes en general. Esta diferencia de eficiencia podría ser un factor importante a la hora de determinar la viabilidad y competitividad del hidrógeno en el mercado del transporte.

Otro factor crítico que influye en la adopción de las pilas de combustible de hidrógeno es el estado actual de desarrollo de las infraestructuras. Mientras que la infraestructura de recarga de vehículos eléctricos se ha expandido rápidamente y se está generalizando en muchas regiones, las estaciones de repostaje de hidrógeno siguen siendo relativamente escasas. La falta de una infraestructura de hidrógeno bien establecida supone un obstáculo importante para la adopción generalizada de los vehículos impulsados por hidrógeno, sobre todo en las regiones donde aún no existen las redes de repostaje necesarias. El desarrollo de una infraestructura de hidrógeno requiere una inversión sustancial, y sin una red sólida de estaciones de repostaje, los consumidores y las empresas pueden dudar a la hora de comprometerse con los vehículos de hidrógeno.

Los costes también desempeñan un papel fundamental en la comparación entre pilas de combustible de hidrógeno y baterías. El coste de las baterías no ha dejado de disminuir en la última década, impulsado por los avances tecnológicos, las economías de escala y el aumento de la competencia en el mercado (las iniciativas de fomento de la innovación en tecnologías de baterías, junto con las subvenciones a los fabricantes, han consolidado el dominio de China en el mercado mundial). Como resultado, los vehículos eléctricos de batería se han vuelto más asequibles para los consumidores, lo que los convierte en una opción más accesible para el público en general. En cambio, los costes de producción e infraestructura asociados al hidrógeno siguen siendo relativamente elevados. La producción de hidrógeno, sobre todo de hidrógeno verde generado a partir de fuentes renovables, sigue siendo un proceso caro. Además, el coste de desarrollo y mantenimiento de la infraestructura de repostaje de hidrógeno añade una carga financiera adicional. Estos retos económicos podrían ralentizar la adopción de los vehículos de hidrógeno, sobre todo en los mercados sensibles a los costes.

Coincidencia en algunos aspectos

El hidrógeno y las baterías plantean distintos problemas de seguridad. El hidrógeno es inflamable, por lo que requiere sistemas sólidos de contención, prevención de fugas y ventilación para gestionar los riesgos asociados al almacenamiento a alta presión. A menudo se instalan sensores de hidrógeno para detectar fugas con antelación y minimizar el riesgo de incendio. Las baterías corren el riesgo de sobrecalentamiento y fuga térmica. Una gestión térmica eficaz y materiales resistentes al fuego son fundamentales para evitar el sobrecalentamiento, sobre todo en baterías de gran tamaño. Mientras que la seguridad del hidrógeno se centra en la contención y la detección de fugas, la de las baterías se centra en el control de la temperatura y la prevención de cortocircuitos.

El impacto medioambiental es otro aspecto crucial en el debate sobre el hidrógeno frente a las baterías. Mientras que los vehículos eléctricos de batería no emiten gases de escape, las ventajas medioambientales del hidrógeno dependen de cómo se produzca. Si el hidrógeno se genera a partir de combustibles fósiles, el impacto medioambiental global puede ser menos favorable. Sin embargo, si el hidrógeno se produce utilizando fuentes de energía renovables (hidrógeno verde), puede ofrecer importantes ventajas medioambientales. La sostenibilidad del hidrógeno como combustible para el transporte dependerá, por tanto, del desarrollo de métodos limpios de producción de hidrógeno y de la disponibilidad de energías renovables para apoyar estos procesos.

Las pilas de combustible y las baterías de hidrógeno difieren en el uso de materias críticas, lo que repercute en la sostenibilidad. Las pilas de combustible necesitan principalmente platino, un catalizador escaso pero cada vez más sustituible, pero también materiales escasos como el cobalto y el níquel. Las baterías, sobre todo las de iones de litio, dependen de minerales escasos como el litio, el cobalto y el níquel, procedentes de regiones sensibles con repercusiones medioambientales. Mientras que las necesidades de materiales del hidrógeno son menores, las baterías exigen un reciclaje sólido e innovaciones materiales para garantizar una cadena de suministro sostenible y resistente.

Coexistencia de ambas tecnologías

Teniendo en cuenta estos diversos factores, lo más plausible es que ambas tecnologías coexistan, utilizándose cada una de ellas en aplicaciones en las que sus ventajas específicas sean más beneficiosas. Por ejemplo, los vehículos eléctricos de batería son idóneos para los desplazamientos urbanos de corta distancia, donde la infraestructura actual está más desarrollada y la eficiencia energética de las baterías ofrece una clara ventaja. Por otro lado, el hidrógeno puede ser el vehículo predilecto para el transporte de mercancías de larga distancia y aplicaciones pesadas, donde la mayor autonomía, los tiempos de repostaje más rápidos y el menor peso ofrecen claras ventajas.

La trayectoria futura de las tecnologías del hidrógeno y la batería también se verá influida por los esfuerzos de investigación y desarrollo en curso. Los avances tecnológicos en ambos campos podrían dar lugar a mejoras en la eficiencia energética, el coste y la infraestructura, cambiando potencialmente el equilibrio entre el hidrógeno y las baterías. Por ejemplo, los avances en los métodos de producción de hidrógeno podrían reducir los costes y mejorar el impacto medioambiental de las pilas de combustible de hidrógeno, convirtiéndolas en una opción más competitiva. Del mismo modo, los avances en la tecnología de las baterías, como una mayor densidad energética y tiempos de carga más rápidos, podrían consolidar aún más la posición de los vehículos eléctricos de batería en el mercado.

Las consideraciones económicas seguirán siendo un factor clave para la adopción tanto del hidrógeno como de las baterías. El coste de producción, el desarrollo de infraestructuras y el coste total de propiedad desempeñarán un papel importante a la hora de determinar qué tecnología obtiene una mayor cuota de mercado. Los gobiernos y las partes interesadas de la industria tendrán que evaluar cuidadosamente la viabilidad económica de cada opción, teniendo en cuenta factores como los precios del combustible, los costes de mantenimiento y la posibilidad de subvenciones o incentivos para apoyar la adopción de tecnologías de transporte sostenibles.

La dinámica regional también afectará a la cuota de mercado relativa del hidrógeno y las baterías, con aplicaciones y plazos específicos que influirán en su adopción. En regiones con abundantes recursos energéticos renovables, la producción ecológica de hidrógeno puede ser más viable económicamente, lo que llevará a una mayor adopción de las pilas de combustible de hidrógeno. Por el contrario, en las zonas donde la electricidad es fácilmente disponible y la infraestructura de carga está bien desarrollada, los vehículos eléctricos de batería pueden dominar. Los casos de uso específicos de cada tecnología también desempeñarán un papel fundamental en la configuración de sus respectivos mercados. Por ejemplo, mientras que las baterías pueden ser la opción preferida para los vehículos de pasajeros y los camiones de reparto de corta distancia, el hidrógeno podría tener más éxito en sectores como la aviación, el transporte marítimo y los camiones pesados.

 

El sector del transporte está experimentando actualmente una importante transformación, impulsada por la necesidad de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y la transición a fuentes de energía más limpias. Tanto el hidrógeno como las baterías están llamados a desempeñar un papel importante en esta transición, y cada uno de ellos ofrece ventajas únicas y se enfrenta a retos distintos. La coexistencia de estas tecnologías no sólo es probable, sino también necesaria, ya que las distintas aplicaciones de transporte requieren soluciones diferentes. En lugar de ver el hidrógeno y las baterías como competidores, es más productivo considerarlas tecnologías complementarias que pueden trabajar juntas para lograr el objetivo más amplio de descarbonizar el transporte.

En conclusión, es poco probable que el futuro del transporte esté dominado por una sola tecnología. Por el contrario, tanto las pilas de combustible de hidrógeno como las baterías de los vehículos eléctricos contribuirán a la transformación en curso del sector, y cada tecnología encontrará su nicho en función de sus puntos fuertes específicos y de las necesidades de las distintas aplicaciones. La adopción del hidrógeno y las baterías se verá influida por una combinación de factores, como los avances tecnológicos, el desarrollo de infraestructuras, las consideraciones económicas y el impacto medioambiental. A medida que estos factores sigan evolucionando, también lo hará el panorama del transporte, en el que el hidrógeno y las baterías desempeñarán un papel fundamental en la configuración de un futuro más sostenible y eficiente.

En colaboración con Montse Casas-Cabanas, Directora científica del área de electroquímica de CIC energiGUNE

Las cookies de este sitio web se usan para personalizar el contenido y los anuncios, ofrecer funciones de redes sociales y analizar el tráfico. Puedes obtener más información y configurar sus preferencias AQUÍ