La transición energética mundial que se está produciendo actualmente no tiene precedentes por su escala e impacto, y está remodelando el panorama socioeconómico, tecnológico y geopolítico en todo el mundo.

A diferencia de los cambios anteriores, esta transición no consiste simplemente en sustituir un combustible por otro, sino que implica una revisión completa del sistema energético, lo que conlleva importantes trastornos políticos, técnicos, medioambientales y económicos. En el centro de esta transición se encuentra el hidrógeno, un actor clave que durante mucho tiempo ha estado ausente del rompecabezas de las energías limpias. La cuestión ahora es si el hidrógeno exacerbará o aliviará estas perturbaciones y de qué manera configurará el futuro de la energía mundial.

El papel del hidrógeno en esta transición energética está llamado a ser transformador, con el potencial de alterar significativamente las actuales cadenas de valor de la energía. La urgencia de abordar el cambio climático ha puesto al hidrógeno en el punto de mira, y muchos lo consideran un componente crucial de la futura combinación energética.

Según la hipótesis de 1,5 °C de IRENA, el hidrógeno limpio podría representar hasta el 12% del consumo final de energía en 2050; la mayor parte se produciría a partir de fuentes renovables y el resto a partir de gas natural combinado con captura y almacenamiento de carbono.

Se espera que este cambio hacia el hidrógeno regionalice aún más las relaciones energéticas, ya que el coste de las energías renovables sigue bajando mientras que el del transporte del hidrógeno sigue siendo elevado. Como resultado, es probable que el comercio energético se localice más, y que los países que poseen abundante energía renovable de bajo coste se conviertan en productores clave de hidrógeno verde. Esto tendrá importantes implicaciones geopolíticas y geoeconómicas, creando potencialmente nuevos nodos de energía en regiones que pueden combinar recursos renovables con la capacidad de exportar hidrógeno a grandes centros de demanda.

Analicemos ahora las principales implicaciones geopolíticas y geoeconómicas de este cambio:

  1. Competencia y dinámica del mercado en la economía del hidrógeno

A diferencia de las industrias del petróleo y el gas, se espera que el negocio del hidrógeno sea altamente competitivo y menos rentable. La producción de hidrógeno es fundamentalmente diferente de la extracción de combustibles fósiles; se trata de un proceso de conversión que puede realizarse en muchos lugares, lo que limita el potencial para captar el tipo de rentabilidades económicas que generan actualmente los combustibles fósiles. A medida que los costes del hidrógeno verde sigan disminuyendo, es probable que el mercado vea la entrada de numerosos agentes nuevos, lo que lo hará aún más competitivo. Esta mayor competencia probablemente impedirá que una sola entidad domine el mercado, lo que supone un cambio con respecto a la dinámica actual de los sectores del petróleo y el gas.

2. Evolución de las relaciones comerciales y diplomáticas

El auge del hidrógeno también creará nuevos modelos de relaciones comerciales y diplomáticas. A diferencia de las relaciones energéticas del siglo XX basadas en los hidrocarburos, el emergente comercio del hidrógeno se caracteriza por un número creciente de acuerdos bilaterales. Más de 30 países y regiones han desarrollado estrategias de hidrógeno que incluyen planes de importación y exportación, lo que indica un aumento significativo del comercio transfronterizo de hidrógeno.

Países que tradicionalmente no han participado en el comercio energético están estableciendo ahora relaciones bilaterales centradas en tecnologías relacionadas con el hidrógeno. Este cambio en los vínculos económicos también podría provocar cambios en la dinámica política, ya que los países tratan de asegurar sus posiciones en el floreciente mercado del hidrógeno.

La diplomacia del hidrógeno se está convirtiendo en un aspecto cada vez más importante de la diplomacia económica, con países como Alemania y Japón a la cabeza. Muchos importadores potenciales de hidrógeno ya participan activamente en la diplomacia del hidrógeno, mientras que los exportadores también están incorporando el hidrógeno, sobre todo el hidrógeno verde, a sus estrategias diplomáticas de alto nivel.

3. Diversificación económica para los productores de combustibles fósiles

Para los países que actualmente dependen de las exportaciones de combustibles fósiles, el hidrógeno limpio presenta una atractiva oportunidad de diversificar sus economías. Estas naciones pueden aprovechar su infraestructura energética establecida, su mano de obra cualificada y las relaciones comerciales existentes para desarrollar nuevas industrias de exportación centradas en el hidrógeno.

Aunque el hidrógeno azul, derivado del gas natural, parece una opción natural para estos países, muchos de ellos también tienen un importante potencial de energías renovables que podría permitirles la transición directa al hidrógeno verde. Países como los Emiratos Árabes Unidos, Australia, Omán y Arabia Saudí están explorando estos enfoques duales. Sin embargo, es importante que los productores de combustibles fósiles sigan desarrollando estrategias de transición económica de base amplia, ya que el hidrógeno por sí solo no compensará totalmente la pérdida prevista de ingresos procedentes de los combustibles fósiles.

4. Potencial de producción regional y riesgos de inversión

El potencial técnico para producir electricidad verde y, por consiguiente, hidrógeno verde, supera con creces la demanda mundial estimada. Sin embargo, la capacidad de producir grandes volúmenes de hidrógeno verde de bajo coste varía mucho de una región a otra. África, América, Oriente Medio y Oceanía tienen el mayor potencial técnico, pero su realización depende de una serie de factores, como las infraestructuras existentes, la combinación energética actual, el coste del capital y el acceso a las tecnologías necesarias. Además, factores como el apoyo gubernamental, el clima de inversión y la estabilidad política desempeñarán un papel crucial a la hora de determinar si este potencial puede hacerse realidad.

A pesar de los mayores costes de financiación de proyectos en países con perfiles de riesgo más elevados, es probable que la inversión en hidrógeno verde siga fluyendo hacia estas regiones, siempre que el potencial de ingresos sea suficiente. Esta dinámica es similar a la de los sectores del petróleo y el gas, en los que la inversión suele producirse a pesar de los importantes riesgos nacionales. Sin embargo, esta tendencia tiene sus límites, ya que los países que atraviesan turbulencias pueden tener dificultades para atraer inversiones debido a los inmensos riesgos que entraña hacer negocios en esos entornos.

5. Liderazgo tecnológico y ventaja competitiva

Se prevé que en la década de 2020 se produzca una importante carrera por el liderazgo tecnológico en el sector del hidrógeno, ya que es probable que los costes se reduzcan drásticamente con el aprendizaje y la ampliación de la infraestructura necesaria. La geopolítica del hidrógeno limpio evolucionará probablemente en varias etapas, y se prevé que el hidrógeno verde compita con el hidrógeno azul en costes a finales de esta década. Se espera que esta competencia se materialice antes en países como China, Brasil e India, donde los electrolizadores de bajo coste, las energías renovables baratas y los precios relativamente altos del gas crean condiciones favorables para el hidrógeno verde. Sin embargo, la adopción generalizada del hidrógeno verde dependerá en gran medida de una demanda previsible, especialmente en sectores donde las soluciones alternativas no son viables.

6. Impacto sobre el comercio mundial y las infraestructuras

A medida que el hidrógeno verde sea más competitivo en términos de costes, se espera que el comercio transfronterizo aumente significativamente en la década de 2030. Según diversos escenarios de descarbonización, se prevé que la demanda de hidrógeno aumente considerablemente a partir de 2035. IRENA prevé que para 2050, dos tercios de la producción de hidrógeno verde se utilizarán localmente, y el tercio restante se comercializará a través de las fronteras. Se espera que los gasoductos, incluidos los adaptados de los gasoductos de gas natural, faciliten la mitad de este comercio, mientras que la otra mitad se transportará probablemente por barco en forma de derivados del hidrógeno como el amoníaco.

En los próximos años y décadas, la fabricación de equipos para la producción de hidrógeno presenta una importante oportunidad para captar valor dentro de la cadena de valor del hidrógeno. La mayor parte de la inversión será necesaria para la energía renovable, pero se calcula que el potencial de mercado de los electrolizadores y las celdas de combustible por sí solos se situará a mediados de siglo entre 50.000 y 60.000 millones de dólares y entre 21.000 y 25.000 millones de dólares, respectivamente. China, Europa y Japón lideran actualmente la producción y venta de electrolizadores, pero el mercado aún está en pañales y la innovación y las tecnologías emergentes podrían cambiar el panorama competitivo.

7. Independencia energética, seguridad material y resistencia

El hidrógeno ofrece beneficios sustanciales para la independencia energética y la resiliencia al reducir la dependencia de las importaciones, mitigar la volatilidad de los precios y aumentar la flexibilidad y resiliencia de los sistemas energéticos. Estos beneficios se asocian principalmente con el hidrógeno verde, ya que es más probable que el hidrógeno azul perpetúe los patrones existentes de dependencia del mercado del gas y la volatilidad de los precios. Además, las reducciones de costes previstas en el hidrógeno verde podrían hacer que las inversiones en cadenas de suministro de hidrógeno basadas en combustibles fósiles dejaran de ser competitivas, dando lugar a activos bloqueados.

Es probable que la creciente demanda de materias primas esenciales para las tecnologías del hidrógeno y las energías renovables haga que se preste más atención a la seguridad de los materiales. Aunque las reservas geológicas de la mayoría de los minerales y metales son actualmente suficientes, el rápido aumento de la demanda, unido a los largos plazos de ejecución de los proyectos de extracción y refinado, podría crear tensiones en los mercados. Incluso pequeños cambios en la oferta o la demanda pueden provocar importantes fluctuaciones de precios, lo que a su vez podría afectar a las cadenas de suministro de hidrógeno y al coste global de los equipos de producción de hidrógeno.

8. Gobernanza, normas y competencia geopolítica

A pesar de la posibilidad de escasez de suministro en los primeros años del comercio de hidrógeno, es poco probable que los flujos comerciales de hidrógeno se conviertan en armas o en cárteles. El hidrógeno puede producirse a partir de una amplia variedad de fuentes de energía primaria en muchos lugares del mundo, lo que lo convierte en un producto manufacturado y no en una materia prima como el petróleo o el gas. Esta diversidad en las fuentes de producción y la naturaleza manufacturada del hidrógeno reducen la probabilidad de que pueda ser fácilmente manipulado con fines geopolíticos.

El éxito de los mercados de hidrógeno limpio dependerá en gran medida del establecimiento de reglas, normas y estructuras de gobernanza coherentes y transparentes. Estos marcos son esenciales para facilitar el despliegue del hidrógeno en todos los países, regiones y sectores. Aunque el objetivo de las normas es mejorar la calidad, la seguridad y la interoperabilidad de las tecnologías del hidrógeno, la existencia de normas divergentes podría ralentizar el progreso, conducir a la fragmentación del mercado y crear competencia reguladora y barreras comerciales. En consecuencia, el establecimiento de normas para el comercio del hidrógeno podría convertirse en un escenario de competencia geopolítica o de cooperación internacional.

9. Estrategias de inversión a largo plazo y futuros panoramas energéticos

La transparencia en la fijación de precios y la medición de las emisiones será fundamental para la rápida evolución del mercado mundial del hidrógeno. Es probable que las monedas y los mecanismos de fijación de precios que dominen el mercado emergente tengan importantes implicaciones geopolíticas. Por ejemplo, la Unión Europea, que se prevé que sea uno de los principales importadores de hidrógeno, está tratando de denominar sus futuras importaciones de hidrógeno en euros. Además, la tarificación del carbono puede ser necesaria para que el hidrógeno verde sea competitivo con el hidrógeno gris y, en última instancia, con los combustibles fósiles. En este contexto, el hidrógeno podría pasar a formar parte de una dinámica comercial del carbono más amplia.

Las decisiones de inversión en infraestructuras de hidrógeno deben tomarse con una perspectiva a largo plazo, teniendo en cuenta los probables cambios en la geografía de una economía descarbonizada. A medida que evolucione el panorama energético, se espera que los lugares de producción de hidrógeno renovable difieran significativamente de los actuales yacimientos de petróleo y gas. Aunque algunas infraestructuras existentes podrían reutilizarse para el hidrógeno, los retos técnicos y los costes económicos asociados a dicha reutilización deberían considerarse cuidadosamente desde el principio.

10. Equidad energética mundial y desarrollo

Ayudar a los países en desarrollo a desplegar tecnologías de hidrógeno en una fase temprana podría mejorar la seguridad energética para todos y, al mismo tiempo, evitar una brecha de descarbonización cada vez mayor. Un mercado del hidrógeno diversificado y extendido reduciría los riesgos de la cadena de suministro y mejoraría la seguridad energética mundial. Garantizar el acceso a la tecnología, la formación, el desarrollo de capacidades y una financiación asequible será crucial para aprovechar todo el potencial del hidrógeno para descarbonizar el sistema energético mundial y contribuir a la estabilidad y la equidad globales. Establecer relaciones comerciales con el hidrógeno también podría abrir nuevas posibilidades para desarrollar cadenas de valor locales del hidrógeno, estimular las industrias verdes y crear empleo en países con abundantes recursos renovables.

Los esfuerzos mundiales deben centrarse en las aplicaciones en las que el hidrógeno ofrece las ventajas más inmediatas y permite economías de escala, sobre todo en los próximos años. Dar prioridad a las aplicaciones de gran demanda para las que el hidrógeno es la mejor -o quizá la única- alternativa tiene más probabilidades de ser rentable y menos susceptible a los riesgos asociados a los mercados incipientes. Apoyar la transición al hidrógeno verde en aplicaciones industriales en las que ya se utiliza hidrógeno, como la producción de amoníaco y acero, podría proporcionar la escala y la estabilidad necesarias para lanzar el mercado mundial del hidrógeno.

El desarrollo del hidrógeno tendrá efectos complejos sobre el desarrollo sostenible. Si bien podría ofrecer oportunidades económicas y contribuir a la sostenibilidad medioambiental, el despliegue a gran escala del hidrógeno también conlleva riesgos que deben gestionarse cuidadosamente. Esto incluye comprender las amenazas y vulnerabilidades globales asociadas a la nueva economía del hidrógeno y abordar los posibles impactos sociales, medioambientales y económicos. Para aprovechar plenamente el potencial del hidrógeno como componente clave de la futura combinación energética, es crucial equilibrar las oportunidades que presenta con los retos que plantea.

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