Con ello, principalmente se busca superar los retos potenciales que un exceso de demanda pudiera ocasionar en la cadena de suministro. De esta forma, se trata de complementar a las tecnologías actuales con nuevas soluciones que puedan dar una respuesta similar a las baterías de litio, reduciendo así la dependencia en este material.
Pero a su vez, algunos grandes fabricantes comienzan también a ver la posibilidad de que alguna de estas apuestas pueda llevar a las baterías a un nuevo escenario, superando las actuales prestaciones de las tecnologías convencionales de litio-ion así como los retos que presenta su proceso de fabricación (sobre todo en relación a la obtención de las materias primas).
Así, con este fin, comienzan a surgir anuncios y desarrollos que combinan nuevos materiales con el litio; o bien, incluso, lo sustituyen por completo.
El sodio comienza a ganar popularidad
En este contexto, en los últimos meses una de las potenciales alternativas que mayor popularidad ha ido ganando ha sido la de las baterías de iones de sodio.
Sobre todo, después del anuncio del gigante CATL (principal proveedor de baterías de Tesla). El pasado mes de julio, la compañía china presentó su primera generación de baterías de sodio-ion, anunciando su intención de comenzar la industrialización de esta tecnología a gran escala a partir de 2023, combinándola con sus soluciones basadas en litio y pensadas para ser empleadas en aplicaciones de movilidad y, sobre todo, aplicaciones estacionarias.
Como grandes fortalezas, las baterías de sodio-ion presentan la capacidad de realizar cargas rápidas, su menor coste y mayor sostenibilidad, características clave para usos como el vehículo eléctrico o la red eléctrica. Sin embargo, todavía presentan dos grandes áreas de mejora en las que continuar trabajando en los próximos años.
Principalmente, está la densidad energética, lo que supone una menor autonomía por parte de estas baterías en comparación con las de litio-ion. Así, mientras que, de media, una batería de litio-ion puede contar con una densidad de energía de alrededor de 250 Wh/kg de media, el estado actual del arte de las baterías de sodio-ion sitúa este indicador en alrededor de 150-160 Wh/kg.
La propia CATL ya ha anunciado que su segunda generación de baterías de sodio-ion contará con una densidad de alrededor de 200 Wh/kg, lo que demuestra que todavía existe margen de mejora en este sentido.
Esta alternativa no es una novedad en el mercado, ya que entidades como Faradion, Natron Energy, Tiamat o el propio CIC energiGUNE llevan años trabajando con ella debido a su potencial. Pero sí es cierto que el anuncio de CATL demuestra la apuesta fuerte que por esta tecnología puede comenzar a realizar la industria. De ahí que algunos expertos la vean como una firme candidata a complementar o incluso sustituir parcialmente a las baterías de litio-ion. No en vano, se espera que de aquí al 2030, el valor del mercado de baterías de sodio-ion pueda superar los 4.000 millones de euros en todo el mundo: