Entre los combustibles líquidos no orgánicos que contienen hidrógeno, el amoníaco (NH3) es el principal candidato. Contiene un 17% de hidrógeno en peso, que puede extraerse mediante descomposición catalítica térmica o electrooxidación. Alternativamente, el NH3 puede oxidarse directamente en pilas de combustible sin necesidad de un reactor separado.
La densidad energética del NH3 (12,7 MJ/L) es incluso superior a la del hidrógeno líquido (8,5 MJ/L). Además, el amoníaco puede almacenarse a una temperatura de -33 °C, que requiere mucha menos energía, que los -253 °C del hidrógeno líquido almacenado criogénicamente. Además, el amoníaco también es menos inflamable que el hidrógeno. Por último, dado que ya se producen 200 millones de toneladas métricas de NH3 al año, ya existe una amplia infraestructura de almacenamiento y transporte de amoníaco.
En la actualidad, esta cantidad de amoníaco se produce de forma primaria mediante el proceso Haber-Bosch, de 100 años de antigüedad y gran consumo energético, que no es compatible con la transición energética porque utiliza H2 procedente del craqueo térmico del metano y altas temperaturas de síntesis.
Sin embargo, están surgiendo nuevas alternativas más ecológicas que permitirán utilizar el amoníaco como vector energético líquido. Como ejemplo, y probablemente el proyecto más ambicioso, está la planta de síntesis de amoníaco que se ubicará en la costa del Mar Rojo de Arabia Saudí. Una planta fotovoltaica aprovechará el sol durante el día, mientras que las turbinas capturarán los vientos nocturnos, para generar 4 GW de electricidad para las plantas de electrólisis del agua. A continuación, el hidrógeno se introducirá en una planta Haber-Bosch tradicional para producir 1,2 millones de toneladas anuales de NH3.
Yara, uno de los mayores productores de amoníaco del mundo, tiene previsto producir 75.000 t de NH3 al año, en su planta de amoníaco de Sluiskil (Países Bajos), utilizando hidrógeno procedente de la electrólisis del agua. Estos electrolizadores funcionarían con 100 MW de energía procedente de un nuevo parque eólico marino.
Hoy en día, el amoníaco representa la mejor opción para el transporte de larga distancia; en concreto, para trenes y barcos. Un ejemplo de ello es el proyecto ShipFC, financiado por la UE y cuyo objetivo es desarrollar, instalar y probar buques de larga distancia propulsados por pilas de combustible de amoníaco.
En el CIC energiGUNE, nuestros investigadores son pioneros en el desarrollo de nuevos materiales y tecnologías para la producción y utilización de combustibles líquidos que contengan hidrógeno verde.
Hidruros de hidrógeno: el polvo energético
Los hidruros metálicos son una forma alternativa de almacenar hidrógeno a bajas presiones en un sólido. El almacenamiento de hidrógeno a baja presión es factible porque las moléculas de hidrógeno están unidas químicamente dentro de la estructura del compuesto metálico. Los sistemas de almacenamiento de hidruros metálicos suelen funcionar a 10-40 bares, es decir, 20 veces menos que los sistemas típicos de almacenamiento de hidrógeno a alta presión.
El tamaño de los sistemas de almacenamiento de hidruros metálicos viene determinado por la aplicación específica que se necesite.
Sin embargo, uno de los principales inconvenientes de los hidruros metálicos es su peso. La capacidad de almacenamiento de los hidruros metálicos es de unos 1,5 kg de H2 (o 50 kWh) por cada 100 kg de material compuesto de hidruros metálicos. Aunque este valor de la capacidad de almacenamiento de energía de los hidruros metálicos es bajo en comparación con otros sistemas de almacenamiento de hidrógeno, es comparable a la capacidad energética de una batería estándar de iones de litio de un Tesla Model 3 (50 kWh).
El otro inconveniente de los hidruros metálicos es la complejidad del sistema de almacenamiento y utilización. En primer lugar, los hidruros deben almacenarse bajo nitrógeno o argón y protegerse del agua. En segundo lugar, mientras que los combustibles líquidos, como los alcoholes o el amoníaco, pueden utilizarse directamente como combustibles en las pilas de combustible, los hidruros metálicos requieren un paso de activación para la liberación del hidrógeno de la estructura. Cuando se necesita el hidrógeno, se promueve su desorción mediante un paso de calentamiento (50 - 100°C). Este paso de desorción impulsado por la temperatura es inconveniente para la aplicación en automoción, en particular durante los pasos de aceleración y desaceleración.
Otras alternativas a la desorción por temperatura incluyen la activación por contacto del hidruro con la humedad del agua. En este caso, cuando se necesita hidrógeno, el hidruro se mezcla con aire de humedad controlada, y la reacción resultante produce hidrógeno de gran pureza. Aunque la cinética de liberación es rápida, esta reacción requiere que el agua se transporte a bordo por separado, lo que añade peso y complejidad a la aplicación de transporte.
Aunque la utilización de hidruros metálicos para el almacenamiento de hidrógeno en el transporte supone un reto, no es imposible y los hidruros metálicos están ocupando su espacio en el almacenamiento estacionario y la electrónica portátil. Por ejemplo, Hydrostik es una cómoda solución de almacenamiento de hidrógeno para alimentar sus dispositivos impulsados por hidrógeno. GKN hydrogen ha puesto en marcha diferentes proyectos que demuestran la viabilidad del almacenamiento de hidrógeno a corto y largo plazo en hidruros metálicos para aplicaciones estacionarias.
Más allá de los retos técnicos, actualmente los métodos de almacenamiento de hidrógeno no cumplen los objetivos de coste propuestos por el Departamento de Energía de Estados Unidos (DOE). Reducir el coste del almacenamiento de energía es esencial para el pleno despliegue de la economía del hidrógeno. Algunos de los problemas de coste se resolverán explorando nuevos materiales o desarrollando procesos de síntesis más eficientes. Además, la ampliación y la producción en serie de estas tecnologías contribuirán significativamente a la reducción del coste.