La taxonomía verde europea es una clasificación impulsada por la Comisión, basada en recomendaciones de expertos y científicos, que permite a inversores y empresas distinguir qué proyectos impactan de forma positiva el medio ambiente. Es una herramienta clave para la industria del almacenamiento energético no solo porque facilita la inversión sostenible o fomenta la creación de una cadena de valor local, sino porque impulsa la innovación y contribuye al cumplimiento de los objetivos de transición energética establecidos por Europa para los próximos años.

En los últimos años, la taxonomía ha establecido una hoja de ruta en sostenibilidad, proporcionando un marco claro de identificación de actividades, que facilita la transición hacia una economía verde y reduce el riesgo de blanqueo ecológico, más conocido como greenwashing.

Esto es posible, ya que la taxonomía es un sistema de clasificación creado por la Unión Europea, en el cual se define el tipo de actividades económicas que pueden ser consideradas ambientalmente sostenibles, con el fin de orientar las inversiones hacia actividades que ayuden a cumplir objetivos ambientales de la UE, como la reducción de emisiones de Gases Efecto Invernadero o la protección del medio ambiente.

Su marco general, así como los seis objetivos ambientales que las actividades deben cumplir, fueron definidos en el reglamento (UE) 2020/852, en el año 2020. Estos objetivos son:

  • Mitigación del cambio climático
  • Adaptación al cambio climático
  • Uso sostenible del agua y recursos marinos
  • Economía circular
  • Prevención de la contaminación
  • Protección de la biodiversidad y ecosistemas

Posteriormente, durante los años 2021 y 2023, la Unión Europea publicó diferentes Actos Delegados, en los que no solo se abarcaban criterios técnicos de selección para cada uno de estos objetivos o se establecían requisitos de divulgación para entidades financieras y grandes empresas, sino que se establecían Directivas tan importantes como la de Información de Sostenibilidad Corporativa (CSRD por sus siglas en inglés).

Es importante tener en cuenta dos aspectos fundamentales: el primero, es que el reglamento, los actos delegados y directivas, están diseñados para ser revisados y actualizados regularmente, de manera que puedan incluir nuevas actividades y adaptarse a los avances tecnológicos y normativos; y el segundo, que la taxonomía no establece requisitos obligatorios de comportamiento medioambiental para las empresas o productos financieros.

LA TAXONOMÍA EN DATOS

Desde la implantación del Reglamento 2020/852, empresas, entidades públicas, bancos y mercados financieros, han comenzado a integrar este marco, con el fin de alinear sus estrategias con los objetivos ambientales de la UE. Algunos de los datos destacados por la Comisión Europea establecen que en promedio el 25% de las inversiones de capital de las empresas reportan estar alineadas con la taxonomía y que empresas de sectores como la electricidad, alcanzaron hasta un 65% de alineación con la taxonomía.

Por otro lado, definen que en 2023, el 94% de los bonos verdes emitidos por entidades públicas de la UE siguieron los estándares de la taxonomía, lo cual refuerza el compromiso de la región con el financiamiento de proyectos ecológicos; y que en promedio, aproximadamente el 85% de los activos en los bancos principales de la UE se alinean con estas métricas de sostenibilidad.

Finalmente, establece que el 56% de los fondos de la UE promueven características ambientales o sociales de acuerdo con la regulación de divulgación de finanzas sostenibles de la UE y que los fondos con inversiones alineadas con la taxonomía, tienen un crecimiento notable en activos bajo gestión, impulsando la demanda de opciones sostenibles en el mercado financiero.

IMPORTANCIA DE LA TAXONOMÍA EN NUESTRO SECTOR

La fabricación de baterías es una de las actividades económicas capaces de facilitar la transición ecológica. La taxonomía establecida en la Unión Europea incluye dentro de esta actividad la fabricación de pilas recargables, baterías y acumuladores para automoción, fabricación de componentes como materiales activos de baterías, celdas de baterías y componentes electrónicos, entre otros.

La inclusión de esta actividad en la taxonomía tiene un impacto significativo en el sector del almacenamiento energético, que puede resumirse en los siguientes puntos clave:

  • Impulso de la cadena de valor local, teniendo en cuenta que la fabricación de baterías es el eslabón clave en la cadena de valor del almacenamiento energético y que la Unión Europea tiene como objetivo reducir su dependencia de terceros países, como lo hemos explicado en otros artículos. La taxonomía podría incentivar la creación de una cadena de valor local para la producción de baterías, que abarque todo el ciclo de vida, incluyendo desde la obtención de materias primas hasta el reciclaje de baterías, promoviendo así la autosuficiencia energética y económica de Europa.
  • Reducción de emisiones de Gases Efecto Invernadero, teniendo en cuenta que por un lado la taxonomía establece criterios ambientales que las empresas deben cumplir para ser consideradas sostenibles, lo cual ayuda a minimizar la huella de carbono del sector; y por otro, el almacenamiento energético de fuentes renovables impulsa una red eléctrica más sostenible.
  • Innovación tecnológica ya que la taxonomía impulsa la inversión en nuevas tecnologías, punto clave en el sector de la fabricación de la baterías, donde la innovación y la transferencia tecnológica empresarial, marcan el éxito de los nuevos desarollos.
  • Reducción del greenwashing ya que el objetivo de la taxonomía es proporcionar transparencia y estándares específicos sobre los productos. Esto permite a los inversores y consumidores saber qué empresas realmente están produciendo baterías de manera sostenible, aumentando la confianza en el mercado.
  • Optimización en los procesos de reciclaje como punto clave para reducir el impacto ambiental de las baterías al final de su vida útil, recuperando materiales valiosos y minimizando residuos. Este marco articula el reciclaje como elemento fundamental de la cadena de valor, fomentando la creación de una economía circular en la producción de baterías, optimizando el uso de recursos naturales y, una vez más, reduciendo la dependencia de materias primas de terceros países.

Todo esto permite concluir que la taxonomía no solo es una herramienta esencial para la identificación y financiación de proyectos sostenibles, sino que su impacto en sectores como la fabricación de baterías, es fundamental para la transición energética y el cumplimiento de los objetivos climáticos de Europa. El marco que le define, impulsa la transparencia de los diferentes proyectos, facilitando la inversión en tecnologías verdes y promoviendo prácticas responsables en toda la cadena de valor de sectores estratégicos como el nuestro.

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