En un contexto global donde la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero y el uso eficiente de los recursos energéticos son prioritarios, el almacenamiento de energía térmica y su conversión emerge como una tecnología crucial así como su posterior conversión.
Centrándonos en la parte del almacenamiento, encontramos diferentes tecnologías agrupadas dentro de este campo que implican la captura de calor o frío para su uso posterior. Esto se puede lograr a través de diferentes métodos, como el almacenamiento de calor sensible, el almacenamiento de calor latente y el almacenamiento termoquímico.
Cada uno de estos métodos tiene sus propias ventajas y aplicaciones específicas. Por ejemplo, el almacenamiento de calor sensible se basa en la capacidad de ciertos materiales para almacenar calor cuando se calientan, mientras que el almacenamiento de calor latente aprovecha los cambios de fase de los materiales (como la fusión y la solidificación) para almacenar y liberar grandes cantidades de energía. Por otro lado, el almacenamiento termoquímico utiliza reacciones químicas reversibles para almacenar y liberar energía.
Por su parte, en lo que se refiere a la conversión de energía térmica, hablamos de una fase posterior al almacenamiento que consiste en la transformación de la energía térmica almacenada en otras formas de energía útiles, como la electricidad o el trabajo mecánico. Este proceso es esencial para aprovechar la energía almacenada de manera efectiva, permitiendo su uso en diferentes aplicaciones, desde la generación de electricidad hasta la calefacción y refrigeración de edificios.
Un cada vez mayor interés del mercado y la industria
Debido a sus características y potencial, el mercado del almacenamiento térmico y su conversión está experimentando cada vez más un interés significativo, impulsado por la referida creciente necesidad de soluciones sostenibles y eficientes para la gestión de la energía. Sobre todo, teniendo en cuenta las diversas industrias que pueden verse beneficiadas por las oportunidades brindadas por este sector.
Por un lado, encontramos al sector industrial. Actividades como la siderurgia, la química o la alimentaria requieren grandes cantidades de calor para llevar a cabo sus procesos productivos. El almacenamiento de energía térmica, así como su conversión puede ayudar a estas industrias a gestionar sus necesidades de calor de manera más eficiente, reduciendo los costos energéticos y las emisiones de carbono.
Igualmente, encontramos al sector de la energía. Las plantas de energía solar concentrada (CSP) y otras instalaciones de energía renovable están adoptando tecnologías de almacenamiento térmico para mejorar la fiabilidad y la estabilidad de la generación de energía. Al almacenar el exceso de energía generada durante los períodos de alta producción, estas plantas pueden proporcionar un suministro constante de electricidad, incluso cuando la producción de energía renovable es baja.
Por otro lado, y teniendo en cuenta los objetivos de eficiencia deseados, la industria de la construcción es otra área de actividad en la que el almacenamiento térmico tiene un importante rol. No en vano, algunas de estas tecnologías ya se utilizan en edificios para la calefacción y la refrigeración eficiente. Ya se está trabajando además con nuevas innovaciones como los materiales de cambio de fase (PCM), que pueden almacenar y liberar calor, mejorando la eficiencia energética de los edificios y reduciendo los costos de calefacción y refrigeración.