Su capacidad de desacoplar la potencia y la energía las convierte en una opción adecuada para aplicaciones estacionarias a escala de red, en términos de escalabilidad, coste de mantenimiento moderado y reciclabilidad. Además, estas baterías basadas en materiales activos redox altamente estables, presentan una larga vida útil (>10.000 ciclos) y de calendario (10-20 años), ya que los componentes pueden ser sustituidos de forma independiente.
La apuesta de la Unión Europea por la sostenibilidad
La industria de las baterías en Europa está viviendo un importante proceso de evolución orientado al cumplimiento de la propuesta de modificación que la Comisión Europea ha hecho a la regulación relativa a las pilas y a los residuos de pilas, por la que se deroga la Directiva 2006/66/CE y se modifica el Reglamento (UE) nº 2019/1020. El objetivo final es que las baterías comercializadas en la UE sean sostenibles, de alto rendimiento y seguras a lo largo de todo su ciclo de vida.
Desde el lanzamiento de la Alianza Europea de Baterías, EBA250, en 2017, las partes interesadas a lo largo de la cadena de valor han solicitado esta regulación como una herramienta importante para construir una industria europea de baterías verdaderamente sostenible que apoye la transición de Europa hacia la electrificación. Surge así el pasaporte de la batería por el que a partir del 1 de enero de 2026 cada batería industrial y de vehículo eléctrico comercializada o puesta en servicio cuya capacidad sea superior a 2 kWh deberán tener un registro electrónico, que "deberá ser único para cada batería y estar identificado mediante un identificador único", según el propio lenguaje de la normativa.
El sector de las baterías de flujo redox impulsado por la recientemente creada FLOW BATTERIES EUROPE que nace para configurar una estrategia a largo plazo para este sector, tiene en su hoja de ruta cumplir con los criterios de sostenibilidad necesarios para su uso, sin olvidar los requerimientos técnicos y de coste igualmente necesarios.
El impacto medioambiental de las baterías de flujo redox, al igual que el de otras baterías, depende de los componentes empleados como materias primas, del proceso de fabricación asociado, su vida en uso y su fin de vida, en definitiva, de su ciclo de vida.
El análisis de ciclo de vida, como el que el que lidera CIC energiGUNE en el proyecto HIGREEW que coordina, es una herramienta reconocida para evaluar el impacto ambiental durante todo el ciclo de vida de los sistemas de almacenamiento estacionario, es decir, su sostenibilidad.