Para cerrar el año 2022, la Unión Europea reforzó su estrategia en torno al sector de las baterías a través de la aprobación de una regulación específica del sector. Sobre todo, destaca la creación de un “pasaporte digital” que busca controlar todo el ciclo de vida de la batería, desde su producción hasta su reciclaje.

Esta nueva normativa supone solo una primera base que será desarrollada en los próximos meses y será de aplicación en todos los países europeos a partir del año 2024 de forma directa, sin necesidad de su implementación interna a través del ordenamiento jurídico de cada Estado. Con ello, se busca garantizar la uniformidad en la aplicación de una regulación que se considera critica para garantizar el desarrollo de una industria que sea competitiva a la par que sostenible.

En este último punto incide especialmente las nuevas normas, al tratar de contribuir a desarrollar un sector que cumpla con los objetivos climáticos de la UE así como con los principios de economía circular del futuro. De ahí que abarque diferentes retos y actividades que van desde la adquisición de materias primas y la producción de las baterías, hasta su reciclaje o posterior tratamiento como residuos. Todo ello para las distintas tipologías de baterías existentes en el mercado, especificando para cada una de ellas los requerimientos que le aplican en cada caso.

En este contexto, una de las figuras clave que surge de esta nueva regulación es el llamado “pasaporte de batería digital”; un registro electrónico incluido en el dispositivo que contiene la información de toda la vida de la batería.


¿QUÉ SUPONE ESTE NUEVO PASAPORTE EN LA INDUSTRIA?

A través de este sistema identificativo, la UE busca ejercer un “control” sobre las baterías que circularán en el futuro en Europa que asegure el cumplimiento de la normativa aprobada.

Como norma base, se establece la necesidad de que todos los sistemas de almacenamiento contengan un código QR perfectamente visible que, a través de su lectura, ofrezca toda la información relativa a la batería: composición, capacidad, resultados en indicadores clave, durabilidad… En definitiva, todos aquellos aspectos que determinan cómo es el dispositivo.

Más allá de ello, y de forma adicional, todas aquellas baterías que superen los 2kWh (como las del vehículo eléctrico) deberán tener asociado el referido pasaporte digital, que deberá contener ya no solo información técnica de la batería, sino también datos asociados al desempeño ambiental del dispositivo, indicando aspectos clave como su huella de carbono.

Mediante este sistema, por ejemplo, se busca garantizar y supervisar que las baterías cumplan con uno de los nuevos mandatos fijados en la normativa recién aprobada, como es el uso de un porcentaje mínimo de materiales reciclados: un 16% de cobalto, un 6% de litio, un 6% en níquel y, en su caso, un 85% de plomo.

Estas obligaciones se fijarán de forma gradual. Inicialmente, solo será necesario indicar la composición de las baterías y paulatinamente se irá exigiendo el cumplimiento dell porcentaje exacto de cada una de estas composiciones y la cantidad proveniente del reciclaje.

Pero, sobre todo, la UE hace especial hincapié en la monitorización, a través de este sistema, de la huella de carbono asociada a cada batería fabricada en Europa, estableciendo, de nuevo, un sistema que gradualmente irá fijando nuevas obligaciones a los productores.

En primer lugar, la normativa exigirá que se especifique la huella de carbono de cada modelo de batería a través de su ciclo de vida, teniendo que ser incluida esta cifra en el el pasaporte digital. Para su cálculo, el regulador europeo determinará un sistema uniforme de estimación que deberá de ser empleado por todos los fabricantes de baterías.

A medio plazo, la Unión Europea fijará unas categorías que determinarán la “clase” o tipología de batería según sus niveles de huella de carbono. Con ello, y como último paso, se fijarán unos niveles máximos de huella de carbono que tendrán en cuenta todo el ciclo de vida de las baterías y que en ningún caso se podrán superar atendiendo a tu tipología.

Pero toda esta regulación no sólo esta pensada para las actividades de fabricación o reciclaje. También incluye apartados específicos dirigidos a regularizar la operativa de cualquier entidad que comercialice con baterías o sus componentes y materias primas clave.

Así, se establece una “política de diligencia debida” (acorde a las normas internacionales) que busca reducir los riesgos sociales y medioambientales que puedan darse en las actividades de abastecimiento de materias, transformación y comercialización de sistemas de almacenamiento.

Estas obligaciones incluirán, entre otras cosas, la verificación de que las baterías que se comercializan cumplen con los requisitos específicos de documentación o etiquetado anteriormente mencionados. Además, también se aplicarán obligaciones análogas a las de los fabricantes a aquellos comercializadores que introduzcan modificaciones en las baterías o cambien su uso inicial previsto.

Principales impactos de la nueva regulación básica de baterías europea


¿CÓMO IMPACTARÁ EN LA INDUSTRIA Y QUÉ IMPLICACIONES TENDRÁ?

La regulación mencionada anteriormente es solo una parte destacada de las implicaciones que tendrá la nueva normativa en el sector europeo en los próximos años.

Como mencionábamos al principio, hay que tener en cuenta que esta primera normativa supone una “ley de bases” que todavía tendrá que ser desarrollada en el futuro para determinar con ello todo su impacto. Sin embargo, con estos primeros pilares se puede determinar ya algunas implicaciones clave para la industria comunitaria de baterías.

Tal vez la más importante sea cómo el proceso de fabricación de baterías deberá transformarse en los próximos años. Al incluir dentro del pasaporte como elementos clave el porcentaje de materias recicladas empleadas o la huella de carbono asociada, será necesario actualizar ya no sólo el proceso de producción en sí, sino que también la fase de diseño. Enfoques como el diseñado para ser reciclado o “ecodiseño” serán necesarios para cumplir con el mandato europeo y ahí es donde metodologías basadas en LCA (“Life Cycle Assesment” o Análisis de Ciclo de Vida) cobrarán cada vez más protagonismo estratégico.

Este tipo de análisis permiten identificar, evaluar y cuantificar de forma iterativa, los impactos ambientales de un producto o proceso a lo largo de su ciclo de vida.

De ahí que sean la herramienta imprescindible en el futuro para todas aquellas empresas y agentes que quieran operar en el sector de las baterías. Ya no solo en su fase de producción, sino también en el resto de etapas, al estar en mayor o menor medida afectadas por el nuevo marco regulatorio.

Ejemplo claro de ello es la fase de extracción de materias primas, donde la regulación pendiente de desarrollo ya prevé la necesidad de acreditar que los materiales empleados para su posterior producción han sido obtenidos de forma medioambientalmente responsable.

Pero más allá de ello, también hay voces que identifican un impacto que va más allá del aseguramiento de la sostenibilidad del sector europeo de baterías. Debido a sus características y mandatos, se considera que esta regulación también supone una “vía de protección” para la futura gran industria de baterías europea.

A través de su regulación, se busca fijar también una barrera de protección que impida la entrada de productos que no cumplan con los requisitos fijados, siendo los fabricantes de origen asiático los grandes afectados en caso de no adaptarse a este nuevo régimen. De ahí que muchos analistas lo consideren también un espaldarazo del máximo órgano europeo al sector local de baterías, buscando reforzar su competitividad y protegiéndola de otras regiones que también pelean por dominar una de las industrias del futuro.

En conclusión, hablamos de un nuevo marco normativo que esta pensando para asegurar el éxito de una de las grandes apuestas industriales de Europa para su futura competitividad. De ahí que sea clave seguir desarrollando no ya solo esta regulación, sino que también todos aquellos avances científicos y tecnológicos que aseguren el alcance de estos objetivos y su cumplimiento lo antes posible.

En este sentido, desde CIC energiGUNE trabajamos por seguir contribuyendo en la construcción de una industria de las baterías fuerte, competitiva, responsable y sostenible. Todo ello gracias tanto a nuestra actividad científica como a nuestros enfoques y metodologías basadas en análisis de ciclo de vida, que nos permiten identificar y dar respuesta a los grandes retos a los que se enfrentan las empresas del sector.

Si quieres saber más sobre cómo ayudamos al sector y las empresas en este objetivo, te invitamos a ahondar en nuestra página web así como a seguirnos en nuestras Redes Sociales.

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