El motivo de estos movimientos es claro, sobre todo en lo que se refiere a las etapas iniciales (como las de extracción de materiales o procesamiento de los mismos): asegurar toda la cadena de valor y su despliegue ahora que la industria está todavía en un estado incipiente y con algunas fases de actividad “limitadas” (como el propio suministro, debido a la potencial escasez de materias primas en los próximos años).
Así, a través de estas operaciones, las grandes empresas que quieren dominar el mercado (ya sean fabricantes de baterías o de vehículos -estos últimos al ser los grandes incentivadores del mercado-) buscan garantizar su control y competitividad a lo largo de toda la cadena de valor y las fases clave de la misma. Esto incluye no solo a las actividades “upstream” o previas a la fabricación de celdas, como las ya mencionadas asociadas a la obtención de materias primas y su tratamiento (las cuales, a corto plazo, tal vez sean las más prioritarias de cara a garantizar el desarrollo de la industria).
Igualmente, el interés de estas compañías se está centrando también en asegurar actividades clave para el futuro de la industria a medio plazo, como la segunda vida de dispositivos o el reciclaje de los mismos. Todo ello, con el objetivo de asegurar una “circularidad” completa a largo plazo que suponga una verdadera ventaja competitiva de cara a dominar una de las grandes industrias del futuro.
EL ASEGURAMIENTO DEL SUMINISTRO, LA GRAN PRIORIDAD A CORTO PLAZO
En este contexto, los grandes anuncios que se están produciendo en los últimos meses se están concentrando mayormente en el desarrollo de grandes acuerdos e inversiones asociadas a la extracción de materias primas y su procesamiento. Como ya vimos en nuestros análisis en RRSS, se espera que en 2030 haya una notable escasez en los materiales críticos para la industria (como el litio, el cobalto, el níquel o el cobre).
Por ejemplo, solo en el caso del litio se espera un crecimiento de la demanda para 2030 hasta alcanzar los ≈1,85 Mt (incluyendo tanto su uso para baterías como para otras aplicaciones). En cambio, teniendo en cuenta los proyectos en curso y las capacidades actuales, la producción (y, con ello, la oferta) “solo” aumentará hasta los ≈1,4 Mt.
Esto explica la “carrera” que se esta produciendo por asegurar el abastecimiento y control sobre estos recursos, imprescindibles para asentar una actividad realmente competitiva y rentable en torno a las baterías.
En este sentido, son los grandes OEMs automovilísticos quienes están realizando los movimientos más ambiciosos. Sobre todo, aquellos que tienen internalizado o asegurado el suministro de celdas a través de actividades propias o acuerdos con fabricantes especializados. Su objetivo con estas operaciones es integrar aún más hacia arriba la cadena de valor y asegurar el flujo de suministro desde el inicio.
Ejemplo claro de ello es el gigante estadounidense GM, quien recientemente anunció su inversión por más de 650 millones de dólares en la tercera mina de litio más grande del mundo (situada en Nevada, EEUU). Con este acuerdo (realizado junto a la compañía Lithium Americas Corp.), el fabricante de vehículos se asegura también ser el único cliente de la misma, con el objetivo de garantizar su suministro a la vez que refuerza su competitividad respecto a otros productores.
Sin embargo, este no es más que uno de los muchos anuncios realizados en los últimos meses por parte de los grandes agentes del mercado de automoción y la fabricación de baterías. De forma similar a GM, compañías como BMW (que ha invertido en minas argentinas); CATL (que se encargará junto a su socio CMOC de la explotación de minas en Bolivia); o Tesla (que ya ha anunciado su intención de explotar las minas adquiridas en propiedad en 2020 también en Nevada) han movido ficha para integrar las actividades de extracción en su alcance operativo.
A estas operaciones se le añaden acuerdos estratégicos con empresas especializadas en el sector para el aprovisionamiento de materias primas (como, por ejemplo, el realizado por la propia Tesla con la compañía Piedmont Lithium) con el fin de complementar sus capacidades propias de suministro.
Sin embargo, la integración de la extracción de materias primas es solo una parte de un alcance mayor que están adoptando algunas compañías. Caso claro de ello es Stellantis, quien está apostando por una estrategia más amplia que no solo incluye asegurar el suministro de materiales (gracias a su entrada en el capital de empresas como Vulcan Energy); sino que también su procesamiento para su posterior uso en baterías. De ahí sus inversiones y acuerdos de suministro con compañías como la australiana Element 25 o la finlandesa Terrafame, que le asegurarán el suministro de sulfato de manganeso y sulfato de níquel respectivamente para los próximos años. También en este caso vuelve a destacar GM, que ha avanzado en diferentes acuerdos de colaboración e inversión conjunta con empresas de materiales como LG Chem o Livent.
Pero no solo los grandes fabricantes de coches se están moviendo en esta dirección. También destacan los principales productores de celdas, como por ejemplo SK On (que ha llegado a un acuerdo de colaboración conjunta para procesar grafito junto a Urbix Inc para sus gigafactorías estadounidenses) o Panasonic (quien se ha asegurado a través de Redwood Materials la fabricación de materiales de cátodo para sus plantas también situadas en EEUU).