Desde el punto de vista ambiental, la transición energética y los objetivos de descarbonización planteados por Europa para las próximas décadas, han evidenciado la necesidad de potenciar modelos de producción mas respetuosos con el medio ambiente, que garanticen una mayor sostenibilidad de los productos fabricados en la Unión Europea.
El sector de las baterías, como hemos comentado en anteriores ocasiones, es clave en el cumplimiento de estos objetivos, y por ello, el nuevo reglamento de pilas y baterias, pone el foco en diferentes criterios ambientales, con el fin de estimular la transición del mercado de una forma más sostenible. Esto significa que las baterías deberán ser diseñadas y fabricadas de modo que además de optimizar su rendimiento, durabilidad y seguridad, se reduzca su huella ambiental.
Esto es un paso muy importante, principalmente por dos razones: la primera, porque ya no es suficiente solo la determinación de la huella ambiental, sino que es necesaria su reducción; y la segunda, porque la huella ambiental se determina a través de metodologías multicriterio, que abarcan no solo las emisones de CO2 o el consumo energético, sino que incluyen impactos ambientales como el consumo de agua, el agotamiento de la capa de ozono, la eutrofización o acidificación, entre otros, a lo largo de todo el ciclo de vida del producto.
Y para contribuir a esto, la nueva normativa establece no solo una serie de medidas desde el punto de vista de la circularidad, el ecodiseño, o las tasas de reciclado de materiales críticos de las baterías de litio, sino que incluye la declaración de la huella de carbono como una de las medidas clave para, en primera instancia, conocer las Emisiones de Gases Efecto Invernadero (GEI) que se generan en la fabricación de estos productos y así, posteriormente, establecer los umbrales máximos de emisión.
La huella de carbono como indicador ambiental en la producción de baterías
La huella de carbono es un indicador ambiental que estima el volumen total de las Emisiones de Gases Efecto Invernadero (CO2, CH4, N20, HFCs, PFCs, SF6, NF3) generadas en un proceso, producto o servicio, a lo largo de su ciclo de vida. Para determinarla de la manera más precisa posible, es imprescindible realizar un análisis exhaustivo de cada una de las etapas y de los procesos que intervienen en la generación del producto, con el fin de identificar en detalle los inputs y outputs de cada uno de los procesos.
Una de las herramientas del nuevo reglamento con una implicación ambiental significativa para garantizar el cumplimiento de estas medidas, es el pasaporte para baterías; un registro con el que deberán contar todas las baterías (para vehículos eléctricos o puestas en servicio con una capacidad superior a 2KWh), a partir de enero de 2026 y que incluye como punto obligatorio, entre otros parámetros, la declaración de la huella de carbono total de la batería, calculada a través de la metodología Product Environmental Footprint (PEF).
Esta metodología es un método basado en la aplicación del Análisis del Ciclo de Vida que mide y comunica el impacto ambiental potencial de los productos. Se basa en enfoques y normas internacionales existentes (como la serie ISO 14040 y las directrices europeas ILCD), y tiene como objetivo proporcionar información que permita cuantificar y reducir el impacto ambiental de los productos y servicios, teniendo en cuenta todas las actividades de la cadena de valor (desde la extracción de materias primas, pasando por la producción y el uso, hasta la gestión final de los residuos). Estos resultados permitirán contribuir en la determinación de la base de la huella ambiental de la UE.
Para que el cálculo de la huella de carbono y la huella ambiental sea fiable y esté totalmente alineada con el producto fabricado, es imprescindible llevar a cabo un estudio en profundidad de cada uno de los procesos de producción.
En CIC energiGUNE realizamos el cálculo de la huella de carbono de nuestros productos de referencia a través del Análisis del Ciclo de Vida (ACV), identificando los principales procesos implicados en la producción de los productos, de la materia prima, equipos, subproductos y consumos de energía y agua, entre otros. Para ello, se han seguido los lineamientos planteados en la metodología Product Environmental Footprint, iniciando con un análisis detallado de los procesos de producción de cada uno de los componentes de la celda (cátodo, ánodo y electrolito) para continuar con los procesos necesasrios para llevar a cabo su ensamblado.
Además de la definición de los flujos de entrada y salida en cada proceso, se determina el consumo energético y los rendimientos reales que tienen los equipos para la fabricación de la celda y su ensamblado.
Este proceso no solo nos ha permitido optimizar la calidad de la información, obteniendo datos primarios relevantes, sino que se han evidenciado los puntos críticos dentro del proceso productivo que requieren medidas de mitigación que contribuyan a la reducción de la huella ambiental de las nuevas tecnologías desarrolladas en el centro.
De esta manera, en CIC energiGUNE apostamos por el desarrollo de tecnologías sostenibles, desde su concepción, con el fin de contribuir tanto a la transición energética, como a los objetivos de descarbonización planteados para los próximos años.