Ahora bien, en paralelo a todas ellas, existe otra competición también clave para determinar a los futuros grandes players del sector, como es la lucha de incentivos y “facilidades” que diferentes Gobiernos e Instituciones están desarrollando.
El objetivo de estos estímulos es claro: atraer todas aquellas inversiones asociadas a desarrollar las industrias clave de la energía verde. Por ello, diferentes Gobiernos estatales y comunitarios están fijando en sus hojas de ruta distintos atractivos y regulaciones con los que establecer los mejores marcos de cara a convencer a inversores y grandes empresas a desarrollar sus ambiciosos planes en sus territorios.
Estos movimientos institucionales llevan ya años desarrollándose (tanto en relación a estas como a otras industrias). Sin embargo, ha sido el gran interés mostrado en los últimos meses, el que ha puesto en el foco a estos planes y su protagonismo, de cara al desarrollo industrial de los próximos años de sectores como el de las baterías o el hidrógeno, por poner dos ejemplos. Sobre todo, ante los anuncios de algunos países como EEUU que buscan dar un espaldarazo definitivo a sus candidaturas como hubs de referencia en el futuro.
IRA: EL PLAN CON EL QUE EEUU QUIERE DEJAR A TODOS ATRÁS
Como vimos en el caso de la industria de las gigafactorías, EEUU (y con ellos, Norteamérica) comenzó a tomar posiciones en la batalla por protagonizar la transición energética más tarde que otros continentes como Asia o Europa. Sin embargo, desde la entrada de la Administración Biden en enero de 2021, los esfuerzos del país se han centrado en acelerar esta apuesta, tratando de desarrollar un modelo propio basado en sus capacidades, sus empresas locales y diferentes ayudas públicas.
En este contexto han surgido planes como, por ejemplo, el impulso a la industria del automóvil eléctrico lanzada desde el inicio de su legislatura por el presidente Biden, con una inversión prevista de más de 175 mil millones de dólares en los próximos años para acelerar las capacidades del sector, así como promover su compra entre los conductores.
A pesar de ello, la competencia existente entre regiones ha provocado que EEUU haya querido ir un paso más allá y dar un fuerte golpe en la lucha por llamar la atención de inversores y empresas. De ahí que a finales del pasado 2022, aprobara el que se considera el plan más ambicioso hasta la fecha en este sentido: la Ley de Reducción de la Inflación (o IRA en sus siglas en inglés, por las cuales es mayormente conocido).
A través de este plan, se contemplan (entre otras medidas) más de 400.000 millones de dólares de nuevas inversiones en todo el país, con especial foco en aquellas industrias vinculadas a la energía verde y a la reducción de emisiones de gases contaminantes. Por ejemplo, solo en el caso de la producción de celdas y baterías se esperan, hasta el año 2031, ayudas y créditos por más de 30,6 mil millones de dólares, a través de un modelo de incentivos que tendrá en cuenta los kilovatios/hora al año, fabricados por aquellas empresas que decidan establecerse en el país norteamericano.
Igualmente, se prevén ayudas también para otras tecnologías clave como el hidrógeno verde, con modelos de financiación y ayuda similares, que variarán según la capacidad final instalada en suelo estadounidense.
A estas financiaciones y créditos fiscales, se les unen otras fórmulas para la promoción de energías renovables, que buscan ampliar las opciones de financiación de los potenciales proyectos que quieran desarrollarse en EEUU, impulsando así su atractivo en términos de viabilidad económico-financiera y rentabilidad. Igualmente, fija diferentes mecanismos para reducir el impacto de la inflación existente en la inversión en transición energética. Todo ello, financiado a través de nuevos impuestos y sistemas de recaudación como un gravamen especial del 15% dirigido a las empresas que ganen más de mil millones de dólares.
De esta forma y debido a su contenido, la “IRA” ha pasado a ser considerada una de las medidas más importantes de la historia en torno a la inversión e impulso de las energías limpias a nivel mundial. Tal es su ambición, que otros países han comenzado también a moverse de cara a dar una respuesta a una nueva normativa que puede dar un vuelco al actual panorama industrial “verde”.